METRICOOL

jueves, 11 de mayo de 2023

CALOR, DEMASIADO CALOR, OBSCENO CALOR



Días de estío, en los que la temperatura modifica el estado natural de los objetos, de la materia y de los cuerpos.

Días en los que las cosas se funden, lo líquido se evapora, lo sólido se derrite, la piel traspira, los cuerpos se calientan y los sexos se revolucionan.

Quizá no todos experimenten lo que mi cuerpo manifiesta cuando el calor lo sofoca, pero en mis carnes sufro y disfruto lo que las altas temperaturas provocan.

Es una sensación, ¿Cómo explicaría yo?, entre incómoda y excitante. Sentir mi sexo dilatado, semierguido, de manera constante a lo largo de la jornada desde que el termómetro sube en el primer tercio de la mañana, hasta que, casi al anochecer, se libera esa tensión acumulada. Hasta que permito que mi deseo termine de desatarse.

Desesperación es lo que siento con mi cuerpo prisionero de esa primitiva excitación que me provoca este calor. Obscena sensación que me persigue a lo largo del día hasta que, por fin, consuelo mi aberrante estado.

Y me siento primitivo y salvaje, perdiendo cualquier atisbo de romanticismo y de sutileza. No quiero hacer el amor, quiero copular como una bestia, quiero montar a mi yegua, igual que hace un semental en celo a la hora de montar a su mejor potra.

Quiero oír el chapoteo de tu sexo empapado cada vez que te penetro con fuerza y mis testículos topetean en tu culo, hasta sentir que me los mojas. Quiero lamer tus pechos, morderte los pezones, hasta hacerte prisionera bajo mi cuerpo sudoroso. Es un estado casi inmoral, en el que me siento erecto y salido, salido como un cabrón, en el que siento mis testículos hinchados y calientes.

Es un estado en el que pierdo la razón y la cordura, y lo que me apetece es desnudarte, ponerte a cuatro, sobre la cama, separar tus nalgas con mis manos, hundir mi cara entre tus muslos, olerte y lamerte, darte un fuerte lengüetazo arrastrando mi lengua desde tu clítoris hasta tu esfínter y penetrarte con fuerza mientras te sujeto por las caderas. Poseerte de manera intensa, con brío, con fuerza, que se sienta, que se respire, que se vea, que se oiga.

Y morderte el cuello, la nuca, los hombros, mientras empujo con fuerza hasta lo más profundo de tu sexo.

Hasta sentirte entregada, totalmente empapada, con tus pezones erguidos y tus muslos abiertos para mí.

Es un estado en el que no te haría el amor, sino que te follaría como si nos fuera la vida en ello. En otra ocasión, dejaría que me montases, que me cabalgases, aplastándome los huevos con tu culo en cada caída, pero hoy, no, hoy soy yo quien quiere mantener el control.

Y el reloj avanza despacio, como si de una tortura se tratara, e intento distraer mi mente para que mi bragueta recupere un deshinchado estado que, por lo menos, sea inapreciable a simple vista, pero consciente de que, al llegar a la intimidad de mi casa, en cuanto me desnude, otra erección incontrolable se manifestará exigiendo consolar la excitación de todo el día.

Y cuando llega el ansiado momento, es un momento explosivo, en el que las reacciones se suceden casi espontáneamente y de intuitiva manera, pero no siempre con la misma secuencia.

A veces me miro, delante del espejo del vestidor, desnudo y empalmado, y me sorprendo a mí mismo.

Me excita verme agitando mi miembro con una mano y apretándome los huevos, para que no se bamboleen, con la otra.

A veces, unos rápidos e intempestivos meneos son suficientes para hacerme entrar en erupción y, otras veces, en cambio, nunca encuentro consuelo y quiero más, y más, y más.

Y casi en trance, y con la razón nublada, vienen a mis recuerdos el placer de tus rincones, la suavidad de tu piel, la lascivia de tus besos, la humedad de tus muslos, tus agónicos gemidos cada vez que nuestros cuerpos se acoplan sincrónicamente, y te siento tensando tus muslos, arqueando tu espalda, apretando tus nalgas al tiempo que exhalas ese desgarrador alarido de sublime placer que me advierte de la llegada de tu clímax, momento que me derramo de manera incontinente y obscena, espasmódicamente, hasta recuperar la calma.

Y lentamente, recupero el aliento y abro mis ojos, y me veo frente al espejo, desnudo y aflojado, complacido, pero deseoso de que hubieras estado aquí, conmigo, para haber compartido ese placer contigo.


 

miércoles, 10 de mayo de 2023

OFRECIMIENTO



Y tras ofrecerme a tu voluntad, con tus muslos sedientos drenaste mi miembro, hasta dejarme completamente seco.


 

martes, 9 de mayo de 2023

EMPUJA



Empuja con fuerza, me pediste. Y clavándome en lo más profundo de tu cuerpo, nuestros sexos comenzaron a palpitar sincrónica y rítmicamente.


 

lunes, 8 de mayo de 2023

SED



Debí suponer que un café no apagaría tu sed. Que un beso no calmaría tu hambre. Que un abrazo no saciaría tus ganas de mí. Y prisionero de tus muslos nos abandonamos al placer.


 

domingo, 7 de mayo de 2023

ESTRELLAS



Te llevé a ver las estrellas y, tras la pasión a la luz de la luna, amanecimos gozosos al alba.


 

sábado, 6 de mayo de 2023

RAZONES



Sólo dame una razón para que no te deje montarme, para que te prive de mi cuerpo, para que te niegue el placer.


 


 

viernes, 5 de mayo de 2023

LENGUA




Si ya me gusta que me abraces, sentir tu lengua en mi piel no sabes lo que me provoca.

 

jueves, 4 de mayo de 2023

ASIENTE


¿Me dejas darte los buenos días? No hace falta que digas nada, un gemido será suficiente muestra de libre consentimiento.

 

miércoles, 3 de mayo de 2023

PENSAMIENTOS INAPROPIADOS




¿Los compartimos?

 

martes, 2 de mayo de 2023

TRAS LA SIESTA




Mañana de domingo, en la que compartimos un paseo por el Retiro, risas, confidencias, sorpresas agradables aliñadas al sol en una terraza con unas cervezas y unas tapas. El verano amenaza con ese sopor por el calor y nos lleva a refugiarnos en casa. Nos dormimos una siesta reconfortante y relajada, en la que nuestros desnudos cuerpos se respetan, a pesar de los inevitables roces, alguna caricia robada y besos cómplices. Despierto y duermes. Voy a la cocina a por un vaso de agua y al regresar contemplo tu estampa. Me descubres yendo hacia ti, me miras fijamente y percibes ese brillo en mis pupilas que delatan el placer que deseo hacerte sentir. No articulas palabra, pero los gestos hablan. Y si el deseo invade mi sexo, tus muslos abrasan. Me acerco y me acoges, me alcanzas y tiras de mí hacia ti como esa pantera que alcanza su presa, celosa por devorarla. Y la lucha empieza, suenan timbales al ritmo que las ansias nos marcan. Los sexos despiertan, y se enervan, se crecen, se abren, se mojan. Los gemidos invaden la sala, los gruñidos caen sobre la almohada, los cuerpos se baten en lid sofocada. Y afloran sudores, saliva, fluidos que provocan que nuestras pieles resbalen. Y entro hasta tú más profundo interior extrayendo de ti tu mejor néctar. Me clavas las uñas, me estiro, me anudas con tus muslos, te empujo, te arqueas, me tenso, me atrapas, te giras, me montas salvaje. Y en brutal cabalgada jadeas al límite, hasta saciar tu sed, hasta alcanzar tu clímax, hasta hacerme gruñir, hasta exprimir mi más masculina dureza. Caes sobre mi pecho, te acojo, te beso, te mimo, te cuido, te calmo, te abrazo.

 

LA TÉNUE LUZ DEL ALBA

La ténue luz del alba se colaba entre las cortinas reflejando bellas sombras sobre nuestros cuerpos desnudos. Todavía dormías, como un áng...