El deseo mana debajo del agua que de la ducha mana.
Cuerpos desnudos, pieles mojadas, sexos hambrientos.
Nada es lo que parece, pues hasta el más romántico de los hombres tiene su lado oscuro.
El deseo mana debajo del agua que de la ducha mana.
Cuerpos desnudos, pieles mojadas, sexos hambrientos.
Estoy caliente.
Estoy húmedo.
Sé delicioso.
Café.
Ante semejantes cualidades, la duda viene a mi mente. Reflejado en
el concepto, te identifico en los hechos. Dudo.
¿Eres tú, soy yo, es el café o somos los tres?
Dame calor, dame humedad, dame sabor.
Dame luz.
Noche de elegante encuentro.
Noche de larga pasión.
Noche de placer extremo.
Noche de carnal unión.
Noche de lucha de cuerpos.
Noche de fuego y valor.
Noche sexual de dos sexos.
Noche de intenso calor.
¿Te atreves? Yo te pregunto.
No quiero meter presión.
¿Tú decides? Yo lo dudo,
sabiendo que tu deseo
no te deja decisión.
Hay invitaciones que, envenenadas,
no se pueden rechazar,
sabiendo que esos placeres
no se deben demorar.
Y a la hora de la siesta sonaron los clarines. La arena del albero
brillaba como brillaba tu piel desnuda iluminada por el sol que de entre las
rendijas de las cortinas se colaba por la ventana de la habitación del hotel.
Tentación ante la que sucumbir. Placer por ofrecer. Cuerpo de mujer.
Tendido quedo prisionero de tu piel. Calor que enciende mi deseo.
Cuerpo que aplasta mi cuerpo deseando tu deseo.
No dijiste nada.
Te dejaste hacer.
Tus ganas de complacer
entre mis labios se ahogaron.
Un íntimo aperitivo en el calor del hogar.
Un esperado encuentro, un cariño, una verdad.
Un “te beso la mano”, una mirada, ¿La realidad?
El deseo nos corroe, nos impacientamos. ¡Ya!
Salta sobre mí, me pides, y sobre ti yazco ¡Zas!
Me desnudas, nos amamos, nos complacemos sin par.
Hora de tomar un café, solo, largo, intenso, sin azúcar y con un
polvito de canela.
¿Te preparo otro?
Hay tardes en las que nos fundimos en un abrazo. Hay abrazos que
se convierten en nudos. Hay nudos de piel y deseo, de calor y humedad, de
ansiada pasión.
Buscando la redención a tus pecados volviste a caer en la
tentación.
Penitencia placentera te preparo.
¿Vienes?
La ténue luz del alba se colaba entre las cortinas reflejando bellas sombras sobre nuestros cuerpos desnudos. Todavía dormías, como un áng...