METRICOOL

sábado, 13 de mayo de 2023

DULCE MORDISCO



Amanecimos con unas ganas desmedidas cuando la luz irrumpió en el dormitorio y, mientras desvelaba nuestro sueño, despertaban nuestros sexos que, inexplicablemente, se mostraron necesitados de satisfacer el primitivo instinto de la cópula.

Unos besos bastaron para que nuestros muslos se enredasen y, a la vez que nuestras lenguas se anudaban ávidas, nuestras anatomías se encajaron cuando con mi cuerpo te cubrí mientras yacías boca abajo, sintiendo los dos una gozosa placidez al llevar al extremo la ejecución del acto con una profundísima penetración, facilitada por tu habilidad para elevar las nalgas.

Comenzó el baile de la turgente carne, con lascivos movimientos, sin ser conscientes de que se aceleraban exponencialmente de manera proporcional a la excitación y el placer que sentíamos.

Mi cintura se desbocó cobrando vida propia, obedeciendo rigurosamente las indicaciones de tus gemidos ahogados, palabras sueltas casi ininteligibles que anulaban la voluntad de mi razón, al tiempo que con tu mojado sexo obrabas tortuosamente sobre mi miembro erguido, que se movía con desesperación en tu interior.

Tu agitada respiración, los espasmódicos movimientos de tu culo, la generosa humedad entre tus piernas y un desgarrador “para que me corro”, me hicieron saber que estabas en ese punto de no retorno. Contradictorio ruego el tuyo, cuando lo que deseabas precisamente era eso, alcanzar el clímax que estabas rozando con los labios de tu sexo.

Tus súplicas resultaron infructuosas, no pudiendo evitar que tus muslos se empaparan cuando sentiste ese dulce mordisco en el lóbulo de tu orejita.

Momento culmen de sincrónico gozo y mientras te contraías rítmicamente sobre mi erección, abundando en tu humedad, me exprimías con desconocido arte hasta dejarme seco y sin aliento, posando mi pecho sobre tu espalda, cayendo sobre tu cuerpo, quedando los dos inmóviles, expuestos e indefensos ante los ya descarados rayos de sol.


 

viernes, 12 de mayo de 2023

OLAS Y MAREAS




Amanezco sudoroso por el intenso calor de esta noche de verano y lo primero que hago es girarme, contemplarte desnuda sobre las sábanas y deleitarme con tu cuerpo yaciente, con ese brillo de tu piel, con tu tacto de melocotón, con esas curvas de mujer rotunda, con ese gesto sereno de merecida placidez, esbozando una leve e inocente sonrisa que, a su vez, me hace sonreír por intuirte dormir satisfecha y feliz.

Y me dirijo a la ducha, dispuesto a refrescarme y terminar de despejarme y, con el agua tibia tirando a fría, meto mi cuerpo bajo el chorro de la alcachofa, levanto la cara y dejo que salpique mi rostro, mientras respiro por la boca y siento como resbala por mi cuerpo desnudo.

Recuerdo tu rostro de bella durmiente, con ese gesto de falsa ingenuidad, y a mi mente viene el brillo de tus ojos a la luz de la luna, dibujando con tus labios una leve sonrisa que te hacía parecer engañosamente frágil.

Y sigo recordando cómo te sentaste sobre mi cuerpo tumbado boca arriba, cómo alargaste tus manos y cogiste mis muñecas, llevando mis brazos sobre mi cabeza, como te mordiste el labio inferior, asegurándote de que te mirara, mientras movías alternativamente tus hombros provocando un balanceo hipnótico de tus senos sobre mi rostro.

Y tu descarada insinuación pronto obtuvo resultados, llevando mi masculinidad a una rigidez pétrea, alimentada por el dulzor de tus tostados pezones que, alcanzados por mi lengua, comenzaban a marcarse sobre tus esféricos pechos.

Y eso te llevó a mover con suavidad tus caderas, en un lento y suave arrastrar el vértice de tus muslos sobre mi miembro latente, frotando tu vulva contra mi verga. Despacio, tortuosamente, dejando que tu cuerpo comenzara a destilar el elixir del placer embadurnándome poco a poco, convirtiendo el torpe roce en un suave y placentero resbalar, donde nuestros sexos se deslizaban, piel contra piel mojada, como un mecanismo perfectamente lubricado.

Y en tu vaivén, el hambre de tus caderas te llevó a buscar la manera de engullirme sin piedad, moviendo tus nalgas dibujando imposibles círculos, yendo de izquierda a derecha, buscando desplegar por completo los pétalos de tu flor, hasta encajar la cabeza de mi ariete entre tus labios vaginales, y en un hábil y acrobático gesto de tu culo, comenzar a enterrarme en tu interior mientras yo te ayudaba empujando con mi cintura hacia arriba, hasta quedar totalmente oculto en tu cálida y húmeda cueva.

Y con medida lentitud te moviste sobre mi cuerpo, apretando con fuerza tus músculos, aprisionando mi polla, masajeándome con tu delicioso coñito, mientras tus tetas seguían ahí, al alcance de mi boca.

Y la respiración agitada invitó a la fiesta a generosos suspiros que, inevitablemente, se convirtieron en obscenos gemidos y en desgarradores gruñidos, muestras descaradas de un placer exquisito y soberbio.

Y tus tetas comenzaron a botar sobre mi cara cuando tu culazo comenzó a saltar sobre mi verga, sensaciones demoledoras que nublaron mi mente y te arrastraron al abismo de tu clímax que me anunciaste empapando mis huevos con tus flujos y exhalando un grito ahogado de placer, y como dos suaves olas separadas por una fina lengua de tierra, nuestros cuerpos se fundieron en una dulce marea, compartiendo mezclados fluidos cuando derramé mi néctar en tu sabroso sexo.

Y enfrascado en estos recientes recuerdos, mientras enjabonaba mis nalgas, tuve la sensación de sentirme observado. Me giré y ahí estabas, desnuda, apoyada en el quicio de la puerta, contemplándome, con tu dulce mirada y tu inocente sonrisa.

 

jueves, 11 de mayo de 2023

CALOR, DEMASIADO CALOR, OBSCENO CALOR



Días de estío, en los que la temperatura modifica el estado natural de los objetos, de la materia y de los cuerpos.

Días en los que las cosas se funden, lo líquido se evapora, lo sólido se derrite, la piel traspira, los cuerpos se calientan y los sexos se revolucionan.

Quizá no todos experimenten lo que mi cuerpo manifiesta cuando el calor lo sofoca, pero en mis carnes sufro y disfruto lo que las altas temperaturas provocan.

Es una sensación, ¿Cómo explicaría yo?, entre incómoda y excitante. Sentir mi sexo dilatado, semierguido, de manera constante a lo largo de la jornada desde que el termómetro sube en el primer tercio de la mañana, hasta que, casi al anochecer, se libera esa tensión acumulada. Hasta que permito que mi deseo termine de desatarse.

Desesperación es lo que siento con mi cuerpo prisionero de esa primitiva excitación que me provoca este calor. Obscena sensación que me persigue a lo largo del día hasta que, por fin, consuelo mi aberrante estado.

Y me siento primitivo y salvaje, perdiendo cualquier atisbo de romanticismo y de sutileza. No quiero hacer el amor, quiero copular como una bestia, quiero montar a mi yegua, igual que hace un semental en celo a la hora de montar a su mejor potra.

Quiero oír el chapoteo de tu sexo empapado cada vez que te penetro con fuerza y mis testículos topetean en tu culo, hasta sentir que me los mojas. Quiero lamer tus pechos, morderte los pezones, hasta hacerte prisionera bajo mi cuerpo sudoroso. Es un estado casi inmoral, en el que me siento erecto y salido, salido como un cabrón, en el que siento mis testículos hinchados y calientes.

Es un estado en el que pierdo la razón y la cordura, y lo que me apetece es desnudarte, ponerte a cuatro, sobre la cama, separar tus nalgas con mis manos, hundir mi cara entre tus muslos, olerte y lamerte, darte un fuerte lengüetazo arrastrando mi lengua desde tu clítoris hasta tu esfínter y penetrarte con fuerza mientras te sujeto por las caderas. Poseerte de manera intensa, con brío, con fuerza, que se sienta, que se respire, que se vea, que se oiga.

Y morderte el cuello, la nuca, los hombros, mientras empujo con fuerza hasta lo más profundo de tu sexo.

Hasta sentirte entregada, totalmente empapada, con tus pezones erguidos y tus muslos abiertos para mí.

Es un estado en el que no te haría el amor, sino que te follaría como si nos fuera la vida en ello. En otra ocasión, dejaría que me montases, que me cabalgases, aplastándome los huevos con tu culo en cada caída, pero hoy, no, hoy soy yo quien quiere mantener el control.

Y el reloj avanza despacio, como si de una tortura se tratara, e intento distraer mi mente para que mi bragueta recupere un deshinchado estado que, por lo menos, sea inapreciable a simple vista, pero consciente de que, al llegar a la intimidad de mi casa, en cuanto me desnude, otra erección incontrolable se manifestará exigiendo consolar la excitación de todo el día.

Y cuando llega el ansiado momento, es un momento explosivo, en el que las reacciones se suceden casi espontáneamente y de intuitiva manera, pero no siempre con la misma secuencia.

A veces me miro, delante del espejo del vestidor, desnudo y empalmado, y me sorprendo a mí mismo.

Me excita verme agitando mi miembro con una mano y apretándome los huevos, para que no se bamboleen, con la otra.

A veces, unos rápidos e intempestivos meneos son suficientes para hacerme entrar en erupción y, otras veces, en cambio, nunca encuentro consuelo y quiero más, y más, y más.

Y casi en trance, y con la razón nublada, vienen a mis recuerdos el placer de tus rincones, la suavidad de tu piel, la lascivia de tus besos, la humedad de tus muslos, tus agónicos gemidos cada vez que nuestros cuerpos se acoplan sincrónicamente, y te siento tensando tus muslos, arqueando tu espalda, apretando tus nalgas al tiempo que exhalas ese desgarrador alarido de sublime placer que me advierte de la llegada de tu clímax, momento que me derramo de manera incontinente y obscena, espasmódicamente, hasta recuperar la calma.

Y lentamente, recupero el aliento y abro mis ojos, y me veo frente al espejo, desnudo y aflojado, complacido, pero deseoso de que hubieras estado aquí, conmigo, para haber compartido ese placer contigo.


 

miércoles, 10 de mayo de 2023

OFRECIMIENTO



Y tras ofrecerme a tu voluntad, con tus muslos sedientos drenaste mi miembro, hasta dejarme completamente seco.


 

martes, 9 de mayo de 2023

EMPUJA



Empuja con fuerza, me pediste. Y clavándome en lo más profundo de tu cuerpo, nuestros sexos comenzaron a palpitar sincrónica y rítmicamente.


 

lunes, 8 de mayo de 2023

SED



Debí suponer que un café no apagaría tu sed. Que un beso no calmaría tu hambre. Que un abrazo no saciaría tus ganas de mí. Y prisionero de tus muslos nos abandonamos al placer.


 

domingo, 7 de mayo de 2023

ESTRELLAS



Te llevé a ver las estrellas y, tras la pasión a la luz de la luna, amanecimos gozosos al alba.


 

sábado, 6 de mayo de 2023

RAZONES



Sólo dame una razón para que no te deje montarme, para que te prive de mi cuerpo, para que te niegue el placer.


 


 

viernes, 5 de mayo de 2023

LENGUA




Si ya me gusta que me abraces, sentir tu lengua en mi piel no sabes lo que me provoca.

 

jueves, 4 de mayo de 2023

ASIENTE


¿Me dejas darte los buenos días? No hace falta que digas nada, un gemido será suficiente muestra de libre consentimiento.

 

LA TÉNUE LUZ DEL ALBA

La ténue luz del alba se colaba entre las cortinas reflejando bellas sombras sobre nuestros cuerpos desnudos. Todavía dormías, como un áng...