Entregado a ti me tienes,
enrejado a tus vaivenes
de dulces placeres y artes.
Prisionero de tus gustos,
doblegado a tus quereres,
obediente y exigente
de orgasmos indecentes.
Haz que mi piel transpire,
haz que mi cuerpo se enerve,
dame gusto con tu gusto
mientras la sangre nos hierve,
hasta romper por fin la rejilla
y que mi cuerpo se deje.
Hasta llegar a ese clímax
que con fervor exigía
dejar los cuerpos exhaustos,
satisfechos, complacidos
con ese gusto indeleble.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Deja tu comentario sincero sobre lo que te ha parecido el relato. Lo leeré con mucha atención. Gracias.