Debí suponer que un café no apagaría tu sed. Que un beso no
calmaría tu hambre. Que un abrazo no saciaría tus ganas de mí. Y prisionero de
tus muslos nos abandonamos al placer.
Nada es lo que parece, pues hasta el más romántico de los hombres tiene su lado oscuro.
Debí suponer que un café no apagaría tu sed. Que un beso no
calmaría tu hambre. Que un abrazo no saciaría tus ganas de mí. Y prisionero de
tus muslos nos abandonamos al placer.
La ténue luz del alba se colaba entre las cortinas reflejando bellas sombras sobre nuestros cuerpos desnudos. Todavía dormías, como un áng...
A veces el aperitivo es lo que despierta el apetito...
ResponderEliminarEn la mayoría de las ocasiones.
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