Se
acerca el fin del verano y aprovecho los últimos días para terminar de cargar
las pilas. Disfruto de la memoria de nuestros momentos, ahora que ya regresaste
a Madrid. Busco los rincones, entre los dos descubiertos y recalo en esa
solitaria playa, a la mágica hora en que no la tengo que compartir con nadie.
Desnudo me baño y disfruto de la placentera sensación de ser acariciado por el
agua en toda la extensión de mi piel. Me tumbo, medio sumergido, apoyado en los
codos, apenas con mi cabeza y mi torso fuera del agua. Relajado y solitario
baño, acunado por el rumor de las olas. Paz interior. Cierro los ojos, dejo
caer la cabeza hacia atrás y a mis recuerdos vuelves, como una amazona
poderosa. Y mi cuerpo se excita al sentir mis atributos yendo y viniendo entre
mis muslos chocando con ellos por el suave movimiento de la mar. Y más se
altera cuando te recuerdo, en esa misma playa, en esa misma posición. Cuando
hacía apenas dos días me tumbaste y me montaste, agitando mi sexo como ahora
hace la salada agua. Cuando dejaste caer tus senos en mi rostro para que los
buscara con mis labios. Cuando buscaste exprimirme, presa de tu placer,
aplastando mis testículos con tus nalgas. Cuando te desbocaste y me cabalgaste
con un endiablado brío. Cuando derrumbada caíste sobre mi pecho y buscaste mi
boca con tu boca. Cuando exploté en tu interior, y como un volcán en erupción,
no pude contener la lava ardiente que te inundó y satisfizo. Y ahí, en mis
recuerdos, mi cuerpo se abandonó a ese irrefrenable deseo de placer inminente.
Te deseo.
Nada es lo que parece, pues hasta el más romántico de los hombres tiene su lado oscuro.
METRICOOL
miércoles, 17 de mayo de 2023
SOLITARIO RELAX

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Hermoso relato y en alguno de ellos siempre aparecen palabras mágicas...
ResponderEliminarMuchísimas gracias.
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