Infinito placer en la infinity pool, besa mi boca, ignora el
horizonte, busca saciarte de tu ansiado placer.
Nada es lo que parece, pues hasta el más romántico de los hombres tiene su lado oscuro.
Infinito placer en la infinity pool, besa mi boca, ignora el
horizonte, busca saciarte de tu ansiado placer.
Tras el placer vino el hambre, pues el deseo no cedió. Y con los
cuerpos calientes y los sexos encendidos, seguimos amándonos sobre la encimera
de la cocina, saciando nuestros instintos a golpes de cadera, con los estómagos
vacíos y las entrepiernas satisfechas, hasta alcanzar el Nirvana.
Con medida obsesión movió su obsceno culo, haciendo que me
desangrara en orgásmica hemorragia.
La luz despierta mi mente y el sol te trae e mi recuerdo.
Sigo esperando tu presencia para compartir mi cama.
Sábanas suaves y mi cuerpo caliente.
Mis ganas se agolpan.
El torso a la vista.
Mi entrepierna ansiosa.
Y después de desayunar, volvimos a jugar entre las sábanas, como
queriendo saborear un dulce postre después del intenso café.
Tercer asalto en la mañana. Nunca demasiados para el placer que
merece tu alma.
Todo por verte feliz.
Confiesa tus pecados y comparte tus deseos, pues en tu penitencia
hallarás el perdón, en tu complacencia la redención y entre nosotros dos el
paraíso del máximo goce.
Hay bocados que nunca quitan el hambre. Al contrario, despiertan
la gula de la carne.
A la Cruz de San Andrés, resignada te sometiste, sabiendo que
después de la expectación, y la agonía del exclusivo placer, llegaría tu
ansiado clímax.
Una noche movidita,
dos amantes agotados,
un domingo perezoso,
los rescoldos encendidos.
Una fuente de energía,
más pasión para la vida.
Desayuna, coge fuerzas,
te agotaré todo el día.
La ténue luz del alba se colaba entre las cortinas reflejando bellas sombras sobre nuestros cuerpos desnudos. Todavía dormías, como un áng...