Hay “ojalás” que suenan a dulces cantos de sirena.
Hay recuerdos que viajan veloces por la mente.
Hay acciones que hacen que la piel se temple.
Hay caricias que provocan que los cuerpos candentes vibren,
palpiten,
que las carnes tiemblen, se estremezcan, se derramen.
Indecentes.