La tarde se presta a delicados placeres.
Otoño incipiente de rojizos ocasos. El incienso se huele, la música suena, el
aceite se templa. Los cuerpos esperan. Mientras tu mirada fijas en la luz de
mis pupilas alargas tu pierna. La apoyo en mi pecho, derramo unas gotas del
untuoso y aromatizado líquido que caliente sobre tu piel brilla. Comienza la
orgía. Masaje excitante que prepara el cuerpo para que la excitación fluya. El
corazón galopa, la respiración se agita, los sexos se muestran, explícitos, sin
vergüenza, descarados, con deseo, erguidos, mojados, abiertos, dispuestos a
consumar la cópula. Cuerpos calientes que al compás de la música las pelvis
cimbrean. Aumenta el compás, se acelera el ritmo, el clímax explota. Sudoroso
abrazo el que tras el encuentro en mi cuerpo te arropa. Te beso, te calmo, te
acaricio. Te amo.
Cuánta sensibilidad y deseo puede despertar un masaje. Palabras mágicas al final del relato...
ResponderEliminarUn masaje puede despertar toda la sensibilidad del mundo. Gracias.
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