METRICOOL

viernes, 12 de mayo de 2023

OLAS Y MAREAS




Amanezco sudoroso por el intenso calor de esta noche de verano y lo primero que hago es girarme, contemplarte desnuda sobre las sábanas y deleitarme con tu cuerpo yaciente, con ese brillo de tu piel, con tu tacto de melocotón, con esas curvas de mujer rotunda, con ese gesto sereno de merecida placidez, esbozando una leve e inocente sonrisa que, a su vez, me hace sonreír por intuirte dormir satisfecha y feliz.

Y me dirijo a la ducha, dispuesto a refrescarme y terminar de despejarme y, con el agua tibia tirando a fría, meto mi cuerpo bajo el chorro de la alcachofa, levanto la cara y dejo que salpique mi rostro, mientras respiro por la boca y siento como resbala por mi cuerpo desnudo.

Recuerdo tu rostro de bella durmiente, con ese gesto de falsa ingenuidad, y a mi mente viene el brillo de tus ojos a la luz de la luna, dibujando con tus labios una leve sonrisa que te hacía parecer engañosamente frágil.

Y sigo recordando cómo te sentaste sobre mi cuerpo tumbado boca arriba, cómo alargaste tus manos y cogiste mis muñecas, llevando mis brazos sobre mi cabeza, como te mordiste el labio inferior, asegurándote de que te mirara, mientras movías alternativamente tus hombros provocando un balanceo hipnótico de tus senos sobre mi rostro.

Y tu descarada insinuación pronto obtuvo resultados, llevando mi masculinidad a una rigidez pétrea, alimentada por el dulzor de tus tostados pezones que, alcanzados por mi lengua, comenzaban a marcarse sobre tus esféricos pechos.

Y eso te llevó a mover con suavidad tus caderas, en un lento y suave arrastrar el vértice de tus muslos sobre mi miembro latente, frotando tu vulva contra mi verga. Despacio, tortuosamente, dejando que tu cuerpo comenzara a destilar el elixir del placer embadurnándome poco a poco, convirtiendo el torpe roce en un suave y placentero resbalar, donde nuestros sexos se deslizaban, piel contra piel mojada, como un mecanismo perfectamente lubricado.

Y en tu vaivén, el hambre de tus caderas te llevó a buscar la manera de engullirme sin piedad, moviendo tus nalgas dibujando imposibles círculos, yendo de izquierda a derecha, buscando desplegar por completo los pétalos de tu flor, hasta encajar la cabeza de mi ariete entre tus labios vaginales, y en un hábil y acrobático gesto de tu culo, comenzar a enterrarme en tu interior mientras yo te ayudaba empujando con mi cintura hacia arriba, hasta quedar totalmente oculto en tu cálida y húmeda cueva.

Y con medida lentitud te moviste sobre mi cuerpo, apretando con fuerza tus músculos, aprisionando mi polla, masajeándome con tu delicioso coñito, mientras tus tetas seguían ahí, al alcance de mi boca.

Y la respiración agitada invitó a la fiesta a generosos suspiros que, inevitablemente, se convirtieron en obscenos gemidos y en desgarradores gruñidos, muestras descaradas de un placer exquisito y soberbio.

Y tus tetas comenzaron a botar sobre mi cara cuando tu culazo comenzó a saltar sobre mi verga, sensaciones demoledoras que nublaron mi mente y te arrastraron al abismo de tu clímax que me anunciaste empapando mis huevos con tus flujos y exhalando un grito ahogado de placer, y como dos suaves olas separadas por una fina lengua de tierra, nuestros cuerpos se fundieron en una dulce marea, compartiendo mezclados fluidos cuando derramé mi néctar en tu sabroso sexo.

Y enfrascado en estos recientes recuerdos, mientras enjabonaba mis nalgas, tuve la sensación de sentirme observado. Me giré y ahí estabas, desnuda, apoyada en el quicio de la puerta, contemplándome, con tu dulce mirada y tu inocente sonrisa.

 

2 comentarios:

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