El fin de semana acabó y el lunes amaneció lluvioso a través de la ventana de mi dormitorio. Extraños días estos que transforman mi ser, haciendo que el Dominante Señor se recluya, eso sí, después de haber satisfecho todas sus perversiones en los pasados días de descanso, y aparezca el romántico hombre que escondo en algún rincón de mí mismo.
Tu mirada blanca me lo dijo todo cuando, con disimulo, pasaste una pierna sobre mi cuerpo para, poco a poco, ir acomodándote hasta estar montada a horcajadas sobre mí.
Y muy lentamente, comenzaste a interpretar el baile del amor, buscando la sintonía entre tu entrepierna húmeda y mi sexo erecto, hasta conseguir hacer sonar música apasionada con los instrumentos del placer.
El “tempo” aumentó y, cada vez más afinados, la melodía sonó briosa, acompañada de guturales sonidos que la hicieron indescriptiblemente atractiva.
Y el dueto se convirtió en orquesta, donde sonó percusión, viento y cuerda, rítmicamente acompasados, y tus nalgas se convirtieron en timbales, mi cuello en saxofón, tu espalda en arpa. El adagio pasó a andante, subiendo a moderato, llegando a allegro, pasando por presto hasta alcanzar el prestissimo tempo que provocó la eclosión de placer que nos hizo retorcernos el uno sobre el otro en rítmicas acometidas, hasta quedar abrazados.
Y así, complacidos, yacemos en la cama, mientras las gotas de lluvia resbalan por los cristales de la ventana. Retozamos felices y disfrutamos de nuestras caricias mientras nuestros corazones se acompasan y recuperamos el aliento.
¿Te gusta la música?
Me encanta la música suave
ResponderEliminarEs muy apropiada para determinados momentos.
EliminarNo puedo vivir sin música,cambia completamente mi estado de ánimo...
ResponderEliminarLa música es mi motor y mi refugio.
Eliminar