Tras una sesión de gimnasio, la ducha devuelve mi calma. Mi cuerpo
relajado está, esperando tu visita al alba. No te demores, ven pronto, trae
ganas.
Nada es lo que parece, pues hasta el más romántico de los hombres tiene su lado oscuro.
Tras una sesión de gimnasio, la ducha devuelve mi calma. Mi cuerpo
relajado está, esperando tu visita al alba. No te demores, ven pronto, trae
ganas.
Ver ese gesto en tu rostro, de la mano de un gemido, mientras me
fundo en tu interior, me hace perder el control.
Los dedos te acompañan, en tu íntima soledad de siempre,
sumergidos bajo el tul. Tu apetito inconfesable no se sacia. Tu mente se nubla,
tu cuerpo se altera, el aire te falta, tus pechos se yerguen, tu sexo se moja.
Hambre de placer y ganas de morder lo que tu cuerpo desea.
Inspira y disfruta del roce de tu íntima prenda sobre tus nalgas,
mientras descubro la piel que mis manos acariciará. Inspira y contén la
respiración ahogada mientras tu estómago se encoge y tu vientre se contrae.
Inspira y predisponte al placer que los dos deseamos.
El deseo mana debajo del agua que de la ducha mana.
Cuerpos desnudos, pieles mojadas, sexos hambrientos.
Estoy caliente.
Estoy húmedo.
Sé delicioso.
Café.
Ante semejantes cualidades, la duda viene a mi mente. Reflejado en
el concepto, te identifico en los hechos. Dudo.
¿Eres tú, soy yo, es el café o somos los tres?
Dame calor, dame humedad, dame sabor.
Dame luz.
Noche de elegante encuentro.
Noche de larga pasión.
Noche de placer extremo.
Noche de carnal unión.
Noche de lucha de cuerpos.
Noche de fuego y valor.
Noche sexual de dos sexos.
Noche de intenso calor.
¿Te atreves? Yo te pregunto.
No quiero meter presión.
¿Tú decides? Yo lo dudo,
sabiendo que tu deseo
no te deja decisión.
Hay invitaciones que, envenenadas,
no se pueden rechazar,
sabiendo que esos placeres
no se deben demorar.
Y a la hora de la siesta sonaron los clarines. La arena del albero
brillaba como brillaba tu piel desnuda iluminada por el sol que de entre las
rendijas de las cortinas se colaba por la ventana de la habitación del hotel.
Tentación ante la que sucumbir. Placer por ofrecer. Cuerpo de mujer.
Tendido quedo prisionero de tu piel. Calor que enciende mi deseo.
Cuerpo que aplasta mi cuerpo deseando tu deseo.
No dijiste nada.
Te dejaste hacer.
Tus ganas de complacer
entre mis labios se ahogaron.
La ténue luz del alba se colaba entre las cortinas reflejando bellas sombras sobre nuestros cuerpos desnudos. Todavía dormías, como un áng...