Los dedos te acompañan, en tu íntima soledad de siempre,
sumergidos bajo el tul. Tu apetito inconfesable no se sacia. Tu mente se nubla,
tu cuerpo se altera, el aire te falta, tus pechos se yerguen, tu sexo se moja.
Hambre de placer y ganas de morder lo que tu cuerpo desea.
Placer corporal que la imaginación provoca...
ResponderEliminarÍntima satisfacción de la perversa mente.
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