Hay mañanas que amanezco palpitante y
hambriento. Con ganas de poseerte y de comerte.
¿Me dejas desayunarte?
Nada es lo que parece, pues hasta el más romántico de los hombres tiene su lado oscuro.
Hay mañanas que amanezco palpitante y
hambriento. Con ganas de poseerte y de comerte.
¿Me dejas desayunarte?
La ténue luz del alba se colaba entre las cortinas reflejando bellas sombras sobre nuestros cuerpos desnudos. Todavía dormías, como un áng...
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