No provoques la ira de mi lengua o sufrirás la tortura de sentirte
acariciada, besada y lamida, hasta el umbral de tu clímax, abandonándote en
tierra de nadie durante unos instantes, para volver a provocar tu cuerpo, y
volver a abandonarte, hasta que el grado de deseo y excitación sea tan alto que
con solo sentir mis labios sobre tu caramelito rompas en oleadas de
contracciones que te arrastren al abismo para yacer exhausta en la paz de tu
orgasmo.
La provocación también es un preámbulo hacia el placer ..
ResponderEliminarLa provocación, compañera inseparable del exquisito placer. ¿Quién no ha disfrutado provocando o dejándose provocar?
EliminarExcitante juego sin duda...
ResponderEliminarUn placer exclusivo.
Eliminar