Amanecimos con unas ganas desmedidas
cuando la luz irrumpió en el dormitorio y, mientras desvelaba nuestro sueño,
despertaban nuestros sexos que, inexplicablemente, se mostraron necesitados de
satisfacer el primitivo instinto de la cópula.
Unos besos bastaron para que nuestros
muslos se enredasen y, a la vez que nuestras lenguas se anudaban ávidas,
nuestras anatomías se encajaron cuando con mi cuerpo te cubrí mientras yacías
boca abajo, sintiendo los dos una gozosa placidez al llevar al extremo la
ejecución del acto con una profundísima penetración, facilitada por tu
habilidad para elevar las nalgas.
Comenzó el baile de la turgente carne,
con lascivos movimientos, sin ser conscientes de que se aceleraban exponencialmente
de manera proporcional a la excitación y el placer que sentíamos.
Mi cintura se desbocó cobrando vida
propia, obedeciendo rigurosamente las indicaciones de tus gemidos ahogados,
palabras sueltas casi ininteligibles que anulaban la voluntad de mi razón, al
tiempo que con tu mojado sexo obrabas tortuosamente sobre mi miembro erguido,
que se movía con desesperación en tu interior.
Tu agitada respiración, los espasmódicos
movimientos de tu culo, la generosa humedad entre tus piernas y un desgarrador
“para que me corro”, me hicieron saber que estabas en ese punto de no retorno.
Contradictorio ruego el tuyo, cuando lo que deseabas precisamente era eso,
alcanzar el clímax que estabas rozando con los labios de tu sexo.
Tus súplicas resultaron infructuosas, no
pudiendo evitar que tus muslos se empaparan cuando sentiste ese dulce mordisco
en el lóbulo de tu orejita.
Momento culmen de sincrónico gozo y
mientras te contraías rítmicamente sobre mi erección, abundando en tu humedad,
me exprimías con desconocido arte hasta dejarme seco y sin aliento, posando mi
pecho sobre tu espalda, cayendo sobre tu cuerpo, quedando los dos inmóviles,
expuestos e indefensos ante los ya descarados rayos de sol.
Un simple gesto puede desatar la tempestad...
ResponderEliminarCierto, un sutil gesto puede ser el detonante de un visceral encuentro.
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