Sufrido el castigo, cumplida la condena,
regreso al lugar del que nunca debí ser desterrado. Pena injusta la cumplida
como injustos son los castigos que nos auto infligimos en aras de ese mayor
placer egoísta. Ese tortuoso sufrimiento de anhelar la cima del goce, que
rozamos con las yemas de los dedos y que, sin embargo, posponemos rigurosos
para llegar a la máxima intensidad en la culminación carnal. Placer
intermitente que nos deja boqueando, mientras recuperamos el aliento y los
sexos se aflojan. Sexos que reviven, como brasas al ser azotadas por el viento,
al volver a ser estimulados, recuperando la turgencia y el brillo perdido.
Ascuas que se convierten en fuego haciendo que llama se potencie a hoguera. Sexos
que desnudos se yerguen impertinentes, se calientan y humedecen hasta que
explotan sin compasión aturdiendo nuestra mente, tensando nuestros cuerpos,
descongestionando la tensión que entre nuestros muslos se acumuló durante el
agónico encuentro. Revivo, cual Ave Fénix.
Lo haces ??
ResponderEliminarRevives ??
Revivo, renanzco y me reinvento.
EliminarMerecida recompensa si el castigo ha sido pagado, injusta espera pero al final más placentera...me encantó el texto 🐦🔥
ResponderEliminarMuchas gracias.
Eliminar