METRICOOL

miércoles, 22 de marzo de 2023

FRESCA MAÑANA




A pesar de la fresca mañana primaveral, apenas salí de la ducha y, con el café en la mano, me dirigí a la terraza a contemplar como el día perdía la vergüenza y el sol se iba mostrando por momentos cada vez más impertinente. Te sabía durmiendo, perezosa y arrullada bajo el edredón y con un gesto, casi infantil, de plácida felicidad. No era para menos. Yo, aunque más inexpresivo, también tenía una cálida sensación de serena paz interior, que supongo se reflejaba en mi rostro. Los pajarillos comenzaban a alborotar con sus gorgoteos y trinos, sonidos anárquicos que, a pesar de todo, coordinaban melodiosa sinfonía en lo que, parecía ser, una conversación inteligible. E inhalando el aroma del café recién hecho reparé en las flores silvestres que, al ser templadas por el sol, iban desplegando tímidas sus pétalos, todavía cubiertos por una capa de rocío, lo que reflejaba en ellas un enigmático brillo.

Y mi mente que, cuando se activa, es perversa y lujuriosa, y ante tales estímulos busca inexplicables analogías con los recuerdos de la pasada noche.

Y los busca y los encuentra. Y la tramoya cambia entre bambalinas modificando por completo el escenario que se contempla al alba. Y lo que mis ojos ven en mi cabeza muta. Y en mi mente dejan de oírse los pajariles trinos para sentirse ahogados gemidos. Y la vergüenza que el día pierde la pierdes tú ante mi cuerpo ofrecido. Y el impertinente astro, con arrogante firmeza, en mi entrepierna brilla, mostrando impertinente en plenitud su dureza. Y tu sueño se desvanece y amanecen tus ganas. El edredón desaparece y tu pereza se evade. Tu mirada se nubla, tu cuerpo se enerva, tu sexo se abre. El aroma se gira de intensa infusión a sutil excitación. Y la amarga fragancia da paso al exquisito perfume que de tus pétalos mana. Y mi rostro hundo entre tus muslos, y tu rocío degusto, y tus pétalos despliego, y tus efluvios me embriagan. Y el tiempo se para, los cuerpos se unen, los sexos estallan. La luz nos deslumbra, el clímax se alcanza.

El corazón amaina, los sexos se aflojan, llega la calma.

Inspiro y vuelvo a oler a café. Miro y veo la ya incipiente mañana. Y reparo en mi cuerpo y, sin permiso, amanecido muestra su presencia bajo la abultada toalla.

Y oigo tus pasos que tras el reposo hacia donde estoy avanzan.

Y mi mente se activa. Vuelven mis ganas.


 

2 comentarios:

  1. Cabecitalinda13 mayo, 2025 17:14

    Fresca pero intensa mañana, una imaginación privilegiada que cambia la realidad por recuerdos que alivian el deseo y desahogan el cuerpo...

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