Desde lo más profundo de tu cuerpo
las esferas resbalan por tu estrecho orificio. Tenso con ternura el cordel,
sientes la presión, tu corazón se acelera, tiro un poco más, tu esfínter se
dilata, deja paso a la siguiente. Tu sexo se humedece insaciable. Tu cuerpo
clama un orgasmo.
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