METRICOOL

domingo, 19 de marzo de 2023

LUZ




Y de entre la oscuridad aparece iluminada la mano que te ofrece guiarte por senderos hasta entonces intransitados. Contraluz de tu silueta desnuda que, sin dudarlo, alarga el brazo en busca de la ofrenda, místico encuentro entre sombras. Sereno contacto que aplaca tu ansia, reencuentro imposible con la esencia de tu alma, resurrección de las ganas. Cita a la que acudes guiada por una hipnótica sinfonía que, como un mantra, acaricia y penetra en tus oídos. Música celestial que apacigua tu inquietud. Contacto necesario para revivir. Y sin dudarlo, acudes segura y confiada, sintiendo la plena paz que el ser que te guía te transmite. Oscuridad que se desvanece a cada paso dando lugar a una cálida luz que, a su vez, se difumina a tu espalda según avanzas, cogida de la mano de tu enigmático acompañante. Inmensa calma la que sientes en lo más profundo de tu pecho que, al alcanzar al final del camino, se torna en una excitante inquietud. Y sin saber cómo te ves prisionera del varón que por la espalda te abraza templando tu cuerpo. Y sientes el calor de su ser, desnudo tras de ti. Y sientes sus labios en tus hombros, y giras tu cabeza mostrando tu cuello. Y sus manos cubren tu vientre, y las tuyas sujetan su cintura llevadas por los costados hacia atrás. Y los cuerpos se mueven sincronizados al compás del dulce sonido. Y sus manos te buscan y tu cuerpo se ofrece y sientes su masculinidad erguida frotando las curvas que se dibujan en tu anatomía al final de tu espalda. Y sus dedos alcanzan tu delta que comienza a desdibujarse por inminentes humedades. Y en tu vientre sientes oleadas de calor, que suben lentamente por tu abdomen hasta cubrir tu pecho. Y el celo florece, los modales se pierden, el deseo se adueña, y te giras buscando su rostro, deseando sus labios. Y lo abrazas y deseas y con tu cuerpo lo guías y lo tumbas sobre el manto de fresco césped. Y lo montas y cabalgas, y su voluntad sometes. Bailando sobre él mientras tus pechos tiemblan, soberbios e insolentes ante sus labios deseos de alcanzar tan sensibles redondeces. Y sientes sus manos en tus nalgas, sujetando con fuerza el cuerpo que a tan intenso placer somete. Y arqueas tu espalda, y sientes su envite, y notas su fuego mientras con tu néctar su sexo riegas. Y un ronco gruñido de su garganta sale, acompañando tus gemidos cuando con su cuerpo el tuyo inunda. Y caes sobre él mientras te abraza. El corazón se aplaca, el sexo se relaja, el alma renace. Los rostros sonríen. Renacimos, nos reencontramos, resucitamos. ¿Vienes?

 

2 comentarios:

  1. Cabecitalinda13 mayo, 2025 23:16

    Misterioso encuentro pero a la vez atrayente, el desconocimiento puede provocar curiosidad y deseo...

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