METRICOOL

sábado, 15 de julio de 2023

ANIMAL



Hoy es uno de esos días en los que me siento salvaje, transpirando excitación por cada poro de mi piel. Hoy es uno de esos días en los que necesito que tus ansias te lleven a buscar mi cuerpo con desesperación. Hoy es uno de esos días en los que dejaré el caballero que soy a los pies del tálamo para ser el semental que me siento sobre tu aterciopelado cuerpo. Hoy es uno de esos días en los que el fuego me abrasa la entrepierna. Hoy es uno de esos días en los que solo quiero que me cabalgues como si fuera tu mejor potro. ¿Y tú, qué quieres el día de hoy?


 

viernes, 14 de julio de 2023

ARREBATO


Y justo en el momento oportuno no puedes reprimir tus ganas y, volteándote como una gata te pones sobre mí, y comienzas a cabalgarme rítmicamente, controlando el tiempo y la intensidad, la cadencia y la profundidad de cada culeada. Y de mi garganta arrancas gruñidos ahogados cada vez que aplastas mis testículos con tus nalgas, lo que todavía te excita más, y consciente de que pueden arrastrarte al clímax final intentas tapar mi boca y asfixiar mi garganta, desesperada para no oír mis gemidos que, como cantos de sirena, te llevarán a estallar de placer. ¿Nos dejamos llevar?


 

jueves, 13 de julio de 2023

SALVAJES




Quiero besar las partes más salvajes de ti, las más salvajes...

 

miércoles, 12 de julio de 2023

BRAMANDO


Bramando como un toro me derramé inundando tu interior a la vez que jadeabas compartiendo conmigo tu placer.

Todo transcurrió rápido, que no deprisa, y debió ser el intenso sabor del licor con el que dimos por concluida la cena, el que desató tus ganas de querer compartir tu gusto con mi boca, enredando nuestras lenguas en nudos húmedos y cálidos.

Pero nuestros cuerpos no permanecieron ajenos a los estímulos que despertaban la sensibilidad de nuestras pieles y, a la vez que nuestras respiraciones se agitaban, nuestras manos se desesperaban por destapar hasta el último centímetro de nuestra anatomía.

Nuestras ropas quedaron esparcidas por el suelo del salón, mientras el confortable sofá contemplaba, mudo y discreto, nuestros cuerpos desnudos y entregados.

Ardían nuestros sexos, latían sin control nuestros pechos, y el olor penetrante del cuero que tapizaba el mueble humedecido por la transpiración de nuestros cuerpos, nos elevaba a un estado de entrega total y salvaje.

Sentada sobre mí, cabalgabas desbocada, aplastando mis huevos con tus nalgas cada vez que caías, engullendo entre tus muslos mi erección, mientras tus pechos se bamboleaban insolentes al alcance de mi lengua.

Mis manos sobre los cachetes de tu culo te ayudaban en cada vaivén, rozando con las yemas de mis dedos tus labios húmedos y tu ano, lo que te arrancaba gemidos que transmitían especial placer.

Comenzaste a destilar por tu sexo un néctar viscoso que quemaba en mi glande, que mojaba mis huevos, que anunciaba que tu clímax se impacientaba por hacerte retorcerte de placer.

Te volteé, y poniéndote de rodillas sobre el sofá, apoyaste tus manos sobre el respaldo, y desde atrás, sujetándote por las caderas, comencé a entrar y salir rítmicamente en tu interior.

Agarré tu cabello tirando de él, haciéndote levantar la cabeza y arquear la espalda, lo que provocó que comenzaras a mover tus caderas endiabladamente, jadeando sin consuelo mientras te acariciaba el ano con la yema de mi dedo índice. Sentir como contraías y relajabas tu esfínter ante la presión de mi dedo me excitó brutalmente, llevándome a empotrarte sin misericordia, hasta que, a los pocos segundos, sentí tu sexo contraerse sobre mí, exhalando un alarido de placer al sentir mi dedo invadir tu agujero lo que nubló mi vista y desató el primitivo mecanismo que me llevó a vaciarme con fuerza en tu interior mientras un gruñido, ronco y prolongado, salía de mi garganta.

Velada que comenzó romántica y terminó apasionada, sin haberlo previsto. Velada placentera con tu placentera piel. Velada memorable. ¿Velada para repetir? Solo tienes que decirme “sí”.



 

martes, 11 de julio de 2023

PELIGROS



A veces conviene arriesgarse y dejar caer la coraza bajo la que nos protegemos. Parafraseando al poeta-cantante, "nadie se ha muerto por ir sin dormir una vez al currelo". Ahí te lo dejo: arriésgate!!!


 

lunes, 10 de julio de 2023

INDISCIPLINADA




Indisciplinada, y poseída por la excitación que se apoderó de su mente, no fue capaz de moderar su comportamiento, y agitando su cuerpo, desoyó mis instrucciones buscando su placer, retorciendo mi verga en el interior de su sexo con endiablados movimientos, hasta que oleadas de rítmicas contracciones la hicieron correrse al tiempo que me vaciaba en su interior, jadeando como una auténtica bestia.

Pero en su irreverencia está el castigo, pues sería por mi parte ser muy mal mentor si no corrigiera tales actitudes.

Y tras el reposo llegó la lección, esa que le enseñaría a escuchar las señales de su cuerpo, esa que la ilustraría en el delicado arte de disfrutar de cada sutil sensación, esa que le exigiría obediencia a las órdenes de su Señor, que solo busca hacer de ella una mujer capaz de disfrutar, que solo busca su mayor, exquisito y sibarita placer.

Se mostró dispuesta y colaboradora, consciente de su error, y ella misma, completamente desnuda, ató sus tobillos a las patas traseras de una silla. Mientras yo contemplaba la escena de esa mujer en cueros y en cuclillas anudándose, acelerándome el pulso. Me acerqué por su espalda y le tapé los ojos con un largo pañuelo de seda negra. Acto seguido, anudé sus muñecas al alto respaldo de la silla.

Estira la espalda, le dije, y se arqueó haciendo sobresalir su culo y elevando sus hombros. Vas a sentir el flogger en tus nalgas, le susurré al oído y, por unos segundos, contuvo la respiración. Arrastré despacio las colas de cuero entre los cachetes de sus glúteos, subiendo despacio por su espalda, y al llegar a sus hombros deshice el camino, lo que le provocó un escalofrío que le erizó la piel, despertando sus hasta ahora inocentes pezones.

Dejo de tener contacto y le susurré: “contrae fuerte el culo”, lo tensó, haciéndolo brillar con el reflejo de la luz, y las colas del flogger se estrellaron contra sus nalgas, abrazando todas sus redondeces, al tiempo que exhaló un sonoro suspiro.

¿Te ha dolido? –no, contestó, y mi mano acarició su culo, reconfortándolo. Serán nueve más, le advertí, y sin pronunciar una sola palabra asintió con la cabeza.

Al recibir la quinta imposición, sus nalgas se veían sonrosadas y al tacto de mi mano se mostraban hipersensibilizadas, pero el castigo comenzaba a ser efectivo.

Cada vez que el cuero contactaba con su cuerpo, un ligero temblor hacía vibrar sus pechos. Los acuné en mis manos, endureciéndose por momentos y pinzando sus pezones ya turgentes.

Aprieta fuerte el culo, vamos a por la sexta, y cada vez lo apretaba más fuerte, con más intensidad, durante más tiempo, apenas relajándolo un instante cuando sentía la caricia de la palma de mi mano.

Y llegó la décima, que consolé como el resto, advirtiendo como su sexo había comenzado a manifestarse. Sus labios vaginales estaban desplegados y de ellos colgaban penduleantes hilillos de su viscoso flujo.

Cogí el flogger al revés, dejando su mango de cristal torneado libre y lo llevé entre sus muslos hasta su pubis. Presioné y lo arrastré abriendo por completo su vulva hasta llevarlo a su ano, que empecé a acariciar lubricándolo con sus propios flujos.

Y el placer se desató de nuevo, comenzando a gemir y a mover su culo, buscando frotarse como una yegua en celo. Le volví a susurrar, -no, todavía no, no se te ocurra correrte de nuevo, pero mis palabras, lejos de calmarla, la alteraron más todavía.

Volví a recorrer su entrepierna con el mango de cristal, que resbalaba con total facilidad, de delante hacia atrás, una y otra vez, recogiendo sus flujos y llevándolos a su esfínter, y cada vez la sentía más mojada, más nerviosa, más excitada. Y cada vez presionaba más fuerte contra su cuerpo y cada vez suspiraba con más agitación hasta que no aguantó más la lenta agonía del orgasmo ausente y suplicó que la dejara correrse.

No va a ser tan fácil, le dije al oído con voz grave. Y con la punta del juguete, volví a presionar sobre su pubis, aplastando su clítoris, haciéndola agitarse y, al resbalar entre sus labios, se puso de puntillas buscando la mejor posición para engullir el cristal tallado, y al encontrarlo se dejó caer insertándoselo hasta la unión con las colas de cuero mientras soltó un alarido de placer que me hizo empalmarme como un semental. Sus flujos impregnaron mis dedos y el olor almibarado del cuero mojado me sacó de mis casillas. Giré el mango, dándole vueltas en su interior mientras arqueaba las caderas, y comencé a retirarlo lentamente, mientras ella lo acompañaba con su cuerpo negándose a dejar de sentirlo en lo más profundo de su coñito. Lo apretaba hasta casi succionarlo y cuando salió el último tramó sonó como cuando se libera la presión de una ventosa.

Ahora no aprietes, le ordené, relaja tu ano, y apoyando la redondeada punta del cristal, comencé a presionar lentamente. Relaja, insistí, relaja el culito, inspira profundamente, y al separar sus nalgas, y con una ligera presión, el primer tercio del mango se introdujo en su esfínter, arrancándole un grito ahogado de placer. ¿Quieres más? –sí, por favor. Buena chica, relaja un poco más, y mientras yo ejercía una ligerísima presión, ella comenzó a empujar con sus redondas nalgas hacia atrás, todo lo que las ataduras le permitían, pero lo suficiente para follarse el culo con el mango completo.

Es hora de apretar, le indiqué. Aprieta fuerte de nuevo y mantén la contracción, y sus labios vaginales se tensaron. ¿Sientes la diferencia? Pregunté. Sí, confirmó. Y el juego comenzó. Relaja, ordené, y al soltar tiré despacio sacando un tercio del juguete. Ahora aprieta de nuevo, y tras unos minutos le pedí que relajara, y tiré de nuevo sacando otro tercio, Y el juego continuó, apretando y relajando, sacando y metiendo, hasta que su coño comenzó a licuarse de nuevo, llorando esos hilos de viscoso y transparente flujo.

Mi verga estaba hinchada y el glande brillaba violáceo. Me puse tras ella y deslicé mi polla entre sus muslos, sintiendo inmediatamente su humedad. La cogí por el cabello y tiré hacia atrás haciéndole levantar la cabeza. ¿Sientes mi polla?, sí contestó. ¿La quieres? Por favor, rogó. Y comenzó a doblar sus rodillas para separar más sus muslos. Tenía las manos ocupadas, una en su cabello y la otra con el flogger, cuyas colas sujetaba hacia arriba para que no interfirieran en esa deseada cópula. Comenzamos a buscarnos y no tardamos en hacer coincidir su mojado y caliente coño con mi erecto miembro. Sentí en mi glande una humedad que abrasaba, y al sentirme, ella comenzó a agitarse poseída. Tranquila, no cometas dos veces el mismo error, le advertí, e inspirando profundamente aplacó su instinto. De un empujón entré hasta lo más profundo de su coño, comenzando a sentir su humedad en mis huevos, que colgaban abandonados en el abismo de su entrepierna. Aprieta fuerte, le dije, y comenzó a apretar, ciñendo sus paredes vaginales a mi verga. Sentía su presión y eso me enloquecía. Relaja, indiqué, pasados unos minutos, y mi polla quedó liberada, palpitando ahora ella por sí misma. Aprieta de nuevo, y volvía a apoderarse de mí, relaja, y me soltaba a su antojo. Y así estuvimos hasta que sentí como mis huevos activaban el mecanismo de descarga. Aprieta ahora fuerte, le dije y empujé hacia arriba con todas mis fuerzas, haciéndola casi perder el equilibrio. Me voy a correr, me dijo y le concedí su orgasmo, dámelo ahora, al tiempo que comenzaba a bombear mi semen en su interior y tiraba del cristal, sacándolo de su culo mientras se corría, todo ello con la sinfonía de gemidos, jadeos y gruñidos que salían de lo más profundo de nuestro cuerpo.

Su espalda brillaba sudada y yo sentía correr la humedad por mis huevos. Apriétame ahora, le dije, ordéñame hasta la última gota. Y comenzó a contraer y relajar rítmicamente, manteniéndome empalmado unos minutos más.

Orgasmo didáctico que le hizo ser consciente de lo que se siente cuando se aprieta y cuando se relaja, cuando el cuero cae sobre tu piel y cuando una mano consuela con una caricia. Sensaciones únicas al sentirse invadida en plenitud.



 

domingo, 9 de julio de 2023

REFLEJOS





Y ver en el espejo nuestros cuerpos desnudos reflejados, y en tu rostro esa sonrisa oculta, esa mirada traviesa, cuando me sientes tras de ti, es lo que más excitación me provoca, pues intuyo que te gusta sentir mis labios en contacto con tus labios más sensibles, que disfrutas sintiendo mi lengua arrastrándose arrogante por tus rincones más ocultos, que deseas, cuando elevas tus caderas, que te colme plena con mi masculinidad rabiosamente erecta.

Y mientras me sientes invadiéndote, a la vez que gimoteas placenteramente tu mirada pícara brilla y se refleja como luna llena sobre el mar, pidiéndome silente que empuje con brío hasta desbordarte de placer.


 

sábado, 8 de julio de 2023

GENTLEMAN





Un caballero es, simplemente, un lobo paciente. ¿Será verdad?

 

viernes, 7 de julio de 2023

DÍA DE JUEGO





Día de descanso, día de placer. Voluntaria entrega. Que comience el juego!!!

 

jueves, 6 de julio de 2023

AGOTADO



Agotado tras una larguísima jornada, por fin, llegué a mi casa. Habían pasado más de diez horas desde que había salido por la mañana temprano. Según cerré la puerta de la entrada, dejé mi cartera en mi pequeño despacho y, camino del dormitorio, fui quitándome la chaqueta, la corbata, el cinturón y los zapatos, dejando la ropa colgada de sus perchas y los zapatos recogidos, como siempre hago. Estaba realmente agotado, desde que aparqué en el garaje, mi mente solo pensaba en una larga y reconfortante ducha, imagen en la que me recreé los segundos que el ascensor tardó en subirme al ático donde vivo y, tal era el cansancio, que con solo liberarme de la corbata y los zapatos sentí tal alivio, que me fui directamente a la ducha.

El agua templada comenzó a caer en forma de fina lluvia e inmediatamente, y con los ojos cerrados, me puse bajo ella. ¡Qué sensación tan agradable! Pensé, disfrutando del líquido elemento, hasta que, al alargar mi mano hacia el dispensador de gel, abrí los ojos y me percaté de que no había terminado de desnudarme. Una amplia sonrisa se dibujó en mi rostro y, lejos de disgustarme, continué disfrutando de esa ducha.

Comencé a desabotonar mi blanca camisa, completamente pegada a mi piel, mientras acariciaba mi pecho, hasta librarme de ella. Me quité los pantalones y los calcetines, totalmente empapados, y con la sensación de humedad en mi bajo vientre apreté con medida fuerza los atributos que mi bóxer protegía, produciéndome un intenso y efímero placer, aunque suficiente para despertar mi deseo.

Los arrastré por mis muslos y aparté en un rincón de la ducha con el resto de la ropa, rozando mi sexo el algodón mojado, provocándome un excitante placer al tiempo que mi masculinidad adquiría cierta turgencia.

En ese instante recordé la noche que, llegando, como hoy, cansado a casa, y ya estando desnudo en la ducha, bajo el agua, apareciste en el baño como una diosa providencial, desnuda y bella, y te metiste conmigo, bajo el agua, abrazándome por la espalda. Sentir tus pechos aplastados contra mi espalda me produjo un cálido placer, a la par que una adolescente erección, que no pasó desapercibida para ti, cuando en tus manos, que rodeaban mi cuerpo, sentiste el tintineo de las palpitaciones de mi miembro enervado. Con delicadeza extrema abriste tus manos para asir con delicadeza mi falo mientras con la otra mano sopesaste mis testículos, y un gemido, largo e inspirador, salió por mi boca, mientras mis caderas comenzaban a moverse instintivamente.

Pasé mis manos hacia atrás, y alcanzando tu piel, te atraje hacia mí más todavía, para seguidamente deslizar mi brazo derecho entre nuestros cuerpos hasta alcanzar, con las yemas de mis dedos, los rizos de tu pubis, que acaricié con mimo tal como tú hacías conmigo. Separaste tus muslos y alargué mi mano que empujé todo lo que pude, hasta tenerte prisionera en la palma de mi mano, haciéndote elevar de puntillas al sentir tu sexo indefenso y provocado.

Me zafé de ti e invertimos los papeles, quedando ahora tú delante de mí, cara la pared, en la que apoyaste tus manos elevándolas por encima de tu cabeza. Te abracé, y subí con mis manos por tus caderas, tus costados, hasta sentir las redondeces de tus pechos, que acuné en mis manos, a la vez que mi pubis se frotaba contra tus nalgas, buscando con mi verga el hueco entre tus muslos. Pincé con las yemas de mis dedos tus pezones, de los que tiré hacia adelante, hasta que resbalaron de entre mis dedos y volvieron bamboleándose a su sitio, mientras te mordía en la nuca y comenzabas a respirar agitadamente. Separaste más tus muslos, arqueaste tus caderas, dejando tu trasero en una posición de ofrecimiento irrechazable y busqué tu entrada, topeteando contra ti, frotando con mi glande tu vulva, una y otra vez, mientras el agua seguía cayendo sobre nosotros. Ayudándome con mi mano, localicé la entrada de tu túnel y con un leve empujoncito deslicé mi glande en tu interior, robándote un gruñidito de placer. Me quedé quieto, disfrutando de como tu coño se contraía y relajaba sobre mí, oprimiéndome y liberándome, pero tus demonios se habían desatado y comenzaste a mover el culo como una posesa, provocando que, a cada giro, a cada vaivén, mi verga fuera introduciéndose en tu cuerpo cada vez más adentro, hasta que mis huevos, hinchados y pesados, cargados de mi esencia, quedaron en la linde de tu coño, pegados a tus labios vaginales, momento en el que embestí un poco más adentro de ti, casi haciéndote perder el equilibrio, exhalando un excitante grito.

Pasé una mano bajo tu ombligo y rápidamente encontré tu clítoris, que sobresalía hinchado, injustamente olvidado en esta fiesta, así que, apoyando sobre él mis dedos alineados y juntos, comencé a moverlos de izquierda a derecha, sintiendo como resbalaba y saltaba de dedo en dedo, completamente lubricado por esa excitante mezcla de tus flujos con el agua de la ducha, mientras nuestras caderas ejecutaban con absoluta perfección el rito del más primitivo apareamiento, acompasando ritmos y embestidas. La sensación del agua, mezclada con tus fluidos, resbalando por mis huevos, nublaba mi raciocinio, y cada vez empujaba con más fuerza, provocando que de tus nalgas salieran rítmicamente los excitantes sonidos de un inspirador chapoteo.

Tus gemidos aumentaron y se convirtieron en libidinosos jadeos, que interpreté como de placer extremo, así que aumenté la velocidad y la intensidad con la que frotaba tu clítoris, con la que te follaba desde atrás, con la que mis huevos golpeaban tu cuerpo, con la que mordía tus hombros y tu nuca, dejando mis dientes marcados en tu piel, hasta que, a la par que gritabas sofocada, cerrabas con fuerza tus rodillas, encogiéndote sobre ti misma, regando mis huevos con una suerte de cálido líquido que propulsaste de tu coño y resbalaba por tus muslos, mientras tus contracciones ordeñaban mi polla, que vaciaba mis testículos dentro de tu cuerpo.

Sujeté tu cuerpo con un fuerte abrazo, ayudándote a equilibrarte de nuevo, todavía conmigo en tu interior. Quedamos inmóviles y comenzamos a recuperar el aliento mientras sentía como todavía palpitabas sobre mi pene, que poco a poco, iba resbalando de tu interior. Ya libres, nos pusimos frente a frente, nos miramos a los ojos, que transmitían felicidad y, nos fundimos en un sincero abrazo acompañado de un apasionado beso.

En ese instante recuperé la consciencia, abrí los ojos bajo el agua y me vi con la verga erecta en mi mano y los restos de una recientísima eyaculación siendo arrastrados hacia el desagüe de la ducha.

Recordarte me hizo volver a disfrutarte.

Echo de menos volver a ducharme contigo ¿Tú no?

 


 

LA TÉNUE LUZ DEL ALBA

La ténue luz del alba se colaba entre las cortinas reflejando bellas sombras sobre nuestros cuerpos desnudos. Todavía dormías, como un áng...