Despierta, tímido y a la vez inquieto. Suavemente las yemas de mis
dedos acarician tus pétalos aterciopelados, sonrosados, brillantes por el rocío
de la excitación. Resulta gratificante, es bonito, tierno, sentir como
reacciona al calor, a los besos, ver como despliega sus vaporosas alas
mostrando su belleza más oculta. Intuyo que desea ser objeto de la más perversa
de las pasiones. Llega el momento y disfruto de las íntimas caricias, siento tu
aletear alrededor de mí, me provocas, te deseo, llego a tu fin. Nuestros
cuerpos se agitan apasionadamente, nuestro corazón describe el momento,
nuestros gemidos denotan la pasión, nuestros fluidos se mezclan, nuestros
cuerpos se estremecen, nos besamos, caemos rendidos, uno frente al otro. La
pasión nos posee, somos sus esclavos, pero nos encanta.
Te deseo, siempre, a todas horas, en cualquier momento y en
cualquier lugar.
Un deseo incontenible que sabe siempre despertar también el de ella...
ResponderEliminarExacto. Gracias.
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