A mediodía, siempre me gustó comer caliente, aún a riesgo de
quemarme la lengua.
Nada es lo que parece, pues hasta el más romántico de los hombres tiene su lado oscuro.
A mediodía, siempre me gustó comer caliente, aún a riesgo de
quemarme la lengua.
La ténue luz del alba se colaba entre las cortinas reflejando bellas sombras sobre nuestros cuerpos desnudos. Todavía dormías, como un áng...
La intensidad no tiene por qué prender, hay que cuidar lo que da placer...
ResponderEliminarHay que disfrutar de cada bocado.
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