Y a la vuelta del puente dudo de
si recuerdo los más básicos conocimientos matemáticos. Mi mente confunde
disciplinas académicas y lúdicas y, ante la más infantil suma, mi cabeza
titubea. Pestañeo, inspiro con los ojos cerrados y al pensar en ese “uno más
uno”, la imagen que mi cerebro recrea no es la del inocente “patito” sino la de
la lasciva pareja, yaciendo invertidos, devorándose simultáneamente la
entrepierna. Frunzo el ceño, intentando buscar la nitidez que me falta, y solo
oigo suspiros y gemidos, y mi boca se seca, y mi lengua humedece mis labios, y
un rumor acuático pervierte mi ser. Los suspiros se convierten en jadeos, y mis
labios se enjugan con la esencia de tu manantial. Y de mi sexo brotan perlas
traslúcidas que son devoradas por tu lengua ansiosa. Acompasamos los ritmos,
sincronizamos las lenguas y nos estremecemos cadenciosamente mientras
compartimos néctares que saboreamos con inusitado placer. Y recobro la cordura
perdida y sigo dudando. Y tú... ¿Ya has elegido qué casilla marcar?
Creo que es preferible suspender el examen...
ResponderEliminarTotalmente de acuerdo.
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