METRICOOL

domingo, 25 de junio de 2023

SEGUNDA FUNCIÓN




Cayó el telón y recuperaste el aliento, tu corazón bajó pulsaciones y tu sexo se recompuso, como una gran atleta, aguardando la siguiente prueba. Y sonaron trompetas y timbales, la tramoya hizo su papel y la gruesa cortina comenzó a despejar el horizonte de la platea. Aparecieron nuevos decorados y comenzó el segundo acto. Sentada paciente observabas de soslayo como el viscoso lubricante resbalaba por el ovalado metal del nuevo juguete. Tomaste aire y un dulce escalofrío recorrió tu perineo, contrajo tu vulva, electrizó tu esfínter y ascendió por tu columna hasta tu nuca. Una mirada fue suficiente para que te pusieras de pie, separando tus muslos y, con la espalda erguida, apoyaras las manos en la banqueta donde antes te sentabas. Oíste mis tacones sobre el parquet acercándose hacia ti y cerraste los ojos, mientras comenzabas a hiperventilar. Mis manos se posaron sobre tus redondas nalgas, y unas caricias las hicieron entrar en calor, al tiempo que arqueabas tu espalda y separabas más tus muslos, deseosa de sentir en tu piel el frío metal. Y de repente, sentiste una cachetada en tu entrepierna, haciéndote dar un respingo, arrancándote un gemido e impregnando la palma de mi mano con tus flujos, provocando en tus pechos un diabólico bamboleo. Estás preparada, te susurré al oído mientras arrastraba la yema de mi dedo corazón desde tu vulva, recogiendo tus flujos, hasta tu ano, masajeándolo y presionándolo con suavidad. Tu respiración agitada cesó por unos segundos, cuando sentiste el duro acero presionando en tu agujerito. Relaja, -te dije, mientras ejercía una presión constante, -toma aire, y cuando una inspiración profunda llenó tus pulmones, relajaste tu esfínter y el plugin se deslizó por tu interior, dejando a la vista únicamente el tallado cristal del tapón. Un gritito ahogado salió de tu garganta mientras humedecías tus labios con tu lengua y comenzabas a mover tus nalgas frotándolas entre ellas. En tu espalda aparecieron minúsculas gotitas de sudor, fruto de la transpiración de tu piel, cual flores bañadas con rocío al amanecer, y según aumentaba tu placer, el calor te quemaba y las gotas comenzaban a resbalar por el desfiladero que tus nalgas formaban. Me puse a tu espalda y recorrí tu columna con un dedo, desde tu nuca hasta tu culo, desabotoné mi bragueta y saqué mi verga, con la que recogí tus flujos y los extendí entre tus labios vaginales, y justo cuando apoyé mi glande entre los pétalos de tu sexo, una oleada de placer invadió tu cuerpo, mientras convulsionabas y gemías, mientras te corrías sin remedio y perdías la fuerza en las piernas. Tranquila, pequeña, te dije de nuevo, disfruta tu orgasmo, me tomaré la revancha en el siguiente acto.

 

2 comentarios:

  1. Maravilloso cuando le das ese toque teatral o musical a un relato tan explícito y que no por ello dejaría de acelerar las pulsaciones del corazón

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