Hoy me entraron ganas de hacer travesuras, hice una pequeña
regresión a mi más tierna infancia, pero, como en anteriores ocasiones, mi
fantasía y mi memoria me jugaron una mala pasada.
Me apetecía columpiarme, como cuando era niño, solo que, entre
vaivén y vaivén, mientras lo imaginaba, reparé en que mis caderas iban imitando
tan rítmico y lujurioso movimiento, y claro, entonces mi imaginación se
disparó, volando y recreando muchas maneras de disfrutar de un columpio, pero
compartiéndolo.
Te imaginé a ti, desnuda sobre el columpio y me imaginé yo,
ayudándote en el vaivén, solo que, en vez de empujarte desde tu espalda, estaba
frente a ti, y te ayudaba con perversos empujoncitos.
De repente volví a la realidad y una sonrisa se dibujó en mis
labios, no sin antes pensar que prefiero compartir columpio contigo ahora, que
columpiarme solo, como un niño.
¿Nos columpiamos juntos?