Y de la misma manera que la madera
de la cerilla va consumiéndose lentamente al arder por la llama, tu cuerpo va
prendiéndose en el lujurioso encuentro, caricia tras caricia, beso tras beso. Y
de la misma manera que, cuando la llama llegue a la base, la peana de fósforos
entrará en mística combustión, tu cuerpo explotará en un clímax salvaje cuando
el calor de tu entrepierna se haga inaguantablemente excitante, momento en el
que, en mágica comunión, arderán nuestros cuerpos fundiéndose en un solo ser.
¿Comenzamos la jornada ardiendo?
Una bonita forma de prender esa llama, a fuego lento, caricia a caricia, beso a beso para poder disfrutar del ardor de los cuerpos...
ResponderEliminarLas mejores hogueras comienzan con apenas una chispa.
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