Excitante escalofrío el que
recorre mi espalda cuando siento tus labios y tu lengua arrastrándose bajo mi
ombligo. Calor que me invade a la vez que mi entrepierna anuncia indisimulable
la tremenda erección que me provocan tus besos. Intuyo que lo mejor está por
llegar y aguardo impaciente el turno en el que yo también pueda saborearte. Me
dejarás, ¿Verdad?
¿Lo dudas?
ResponderEliminarNunca lo dudé, pero necesitaba tu confirmación.
EliminarLa generosidad también es una virtud en el amor...
ResponderEliminarPor supuesto, sin generosidad, el egoísmo acecha.
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