Las tardes aburridas se prestan a muchas cosas, pero una de las
que más me gustan es buscar en el armario esa olvidada caja de juguetes,
desempolvarla, y ponerla encima de la mesa, mientras nos miramos fijamente a
los ojos, observando como nuestras pupilas se van dilatando, como nuestra
respiración se va agitando y, por supuesto, como bajo nuestro ombligo comienza
a subir la temperatura exponencialmente imaginando lo que vendrá después.
Démosle un sorbo a la copa de vino y comencemos por vendarte los ojos.
¿Adivinas qué vendrá después?
Todo lo que pueda permitirse dejarse hacer...
ResponderEliminarTodo lo libremente consensuado.
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