Nunca se
me dio bien hacer pereza, en ningún sitio, en la cama tampoco salvo, como
ustedes comprenderán, que tenga aviesos motivos para mantenerme en el lecho por
la compañía de alguna cándida criatura que ha confiado su suerte en mí o, mejor
dicho, que se entregó, más en cuerpo que en alma, a mi presunto saber hacer en
las artes del amor.
Hoy,
como últimamente viene siendo costumbre para mi desdicha, tampoco fue el caso, así que desperté, eso sí, descansado y pletórico, y con unas ganas inusitadas
por saborear una taza de buen café.
Hay
mañanas en las que despierto, aunque perezoso, cargado de energía. Un café y en
marcha. Vamos a quemar el día.
¿Te
preparo una taza?
Una mañana muy tranquila, aunque tus palabras siempre hablan por ti. A pesar de la serenidad me encantó...
ResponderEliminarMuchísimas gracias. El descanso del guerrero.
EliminarJajajaja. Pues debes estar alerta que al guerrero también se le puede pillar desprevenido...
EliminarA veces es un placer que te descubran desprevenido.
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