METRICOOL

martes, 27 de junio de 2023

UN ORGASMO AL DÍA



No olvides tener hoy un orgasmo. La pareja es opcional, el placer no.


 

lunes, 26 de junio de 2023

FUNCIÓN FINAL



Y al encenderse de nuevo los focos buscaste sin ver, como una conejita deslumbrada por las luces de un coche en un camino una noche sin luna. Seguías de pie, ahora recompuesta, todavía con las manos apoyadas en el mueble, con tus muslos firmes y tus nalgas insultantemente apetecibles. Sentías mi presencia en tu espalda y eso te inquietaba, más aún sabiendo que tú habías tocado el cielo y yo no estaba complacido. Esta vez mi instinto estaba desbocado, mi cuerpo excitado y mis ganas por hacerte mía casi incontrolables. Mesé tu cabello y pasé una mano por tu espalda, provocándote una extraña sensación, mezcla de inquietud y renovada excitación. Te sujeté por el cuello, con suavidad, pero firmeza, y ceñí mi cintura contra tus redondas nalgas, dándote un golpe seco, lo que provocó que sintieras el acerado juguete todavía en tu ano y exhalaras con fuerza vaciando de aire tus pulmones. Empujé rítmicamente varias veces disfrutando de la belleza del bamboleo de tus senos, que comenzaban a anunciar una incipiente excitación por la presencia de sus protuberantes pezones. Mi falo, descubierto, comenzaba a irrigarse, abriéndose paso entre tus muslos, a la vez que alargaba mis manos por tus costados y acunaba en ellas tus aterciopelados pechos. Los masajeé con deseo, pero suavemente, y los tostados botoncitos tropezaron con mis dedos, tornándose más turgentes, más rugosos, más marcados. Los pincé con cariño, con las yemas de mis dedos índice y pulgar, y tiré de ellos hacia adelante, hasta que resbalaron y volvieron sobre ti, regalándome un inquietante gemido por tu parte. Sentí tu renovada humedad en la punta de mi ariete y contuve mis ganas de invadirte, deseaba oír tu voz suplicando que empujara en tu interior. Me aparté lo justo para contemplar tus nalgas, adornadas, más si cabía, por el brillo de la luz que reflejaba el plugin que escondías. Y mientras con una mano acariciaba tu espalda, con la otra cogí el tallado cristal del ovalado juguete y comencé a girarlo en tu interior. Comenzaste a mover tus nalgas instintivamente hasta que sentiste la tensión que el metal hacía en tu esfínter por la tracción que yo ejercía sobre él. Aguantaste la respiración, arqueaste más las caderas y entonces te susurré: -relaja tu ano, momento en que se deslizó fuera de ti liberando tu cuerpo. Tu esfínter comenzó a contraerse de manera cadenciosa y percibí en tu espalda el sudor que provocaba la excitación que de nuevo te invadía. Volví a apoyar el juguete sobre tu ano, presioné y sin dificultad lo acogiste de nuevo en tu interior, volviendo a gemir. Tiré de nuevo de él, y sin necesidad de indicaciones, lo soltaste gimiendo de nuevo. Y una vez más volví a insertarlo y, apenas había entrado, lo sacaba, acompasando tus gemidos con cada entrada y salida. Cuando me di cuenta, un hilillo de tu viscoso flujo colgaba de entre tus labios vaginales. Brillante, y con una gota a modo de péndulo, que lo mantenía entre tus muslos mientras se estiraba lentamente. Lo recogí con mi glande y lo arrastré por tu vulva, desplegando por completo tu sexo y haciéndote desear mi dura excitación. Froté tu entrepierna, mientras oías mi respiración ahogada y descompensada. Lo arrastré por tu perineo y lo apoyé sobre tu liberado esfínter. Inspiraste profundamente, presioné con suavidad, y cuando me sentiste moviste tus caderas buscando el acoplamiento. Empujabas con tus nalgas sobre mi verga y yo retiraba despacio mis caderas, sin perder el contacto de nuestros cuerpos. Cedías y yo empujaba hacia adelante, y cuando me creías tener volvía a retirarme, hasta que no aguaste más la excitación, no soportaste el calor de tu sexo y me dijiste: -métemela ya, por favor. Y en ese momento empujé contra tus nalgas y mi glande se deslizó en tu interior, arrancándote un fuerte gemido, arrancándome un gruñido animal. Quedé quieto, sintiendo tus contracciones sobre mí, y en un momento dado relajaste tu ano y empujaste tus nalgas sobre mí, haciendo que entrara unos centímetros más. Y volví a quedar quieto mientras volvías a oprimirme. Y relajaste de nuevo y en un último empujón entré hasta el fondo de tu cuerpo, quedando mis testículos topeteando con tu perineo. La humedad de tu sexo en mis huevos me excitó de manera sobrenatural. Alargué una mano bajo tu tripita y comencé a masturbar tu clítoris, mientras comenzabas a mover tus nalgas y a hacer círculos con tus caderas, centrifugando mi verga. Tu clítoris se hinchó y comenzaste a jadear a la vez que te movías con más fuerza, aceleré el ritmo sobre tu sexo, presionándolo y haciendo vibrar las yemas de mis dedos sobre tu pequeño resorte, provocando que comenzaras a manar, al tiempo que jadeabas con desesperación y que tus piernas volvieran a flojear, corriéndote de nuevo. Pero esta vez yo estaba dentro y te acompañé en tan pervertido baile, moviéndome dentro de ti, cada vez con más fuerza, cada vez sintiendo mejor los movimientos de tus caderas, golpeando tu cuerpo con mis huevos en cada movimiento, hasta que, invadido por la excitación y en unos lascivos meneos de tus nalgas sentí como me ordeñabas sin compasión, inundando tu cuerpo con mi almacenado néctar, que lanzaba a chorros mientras un gutural sonido salía de mi garganta. Caí sobre ti. Salí de ti. Te abracé. Nos besamos. Cayó el telón. Fin de la función.


 

domingo, 25 de junio de 2023

SEGUNDA FUNCIÓN




Cayó el telón y recuperaste el aliento, tu corazón bajó pulsaciones y tu sexo se recompuso, como una gran atleta, aguardando la siguiente prueba. Y sonaron trompetas y timbales, la tramoya hizo su papel y la gruesa cortina comenzó a despejar el horizonte de la platea. Aparecieron nuevos decorados y comenzó el segundo acto. Sentada paciente observabas de soslayo como el viscoso lubricante resbalaba por el ovalado metal del nuevo juguete. Tomaste aire y un dulce escalofrío recorrió tu perineo, contrajo tu vulva, electrizó tu esfínter y ascendió por tu columna hasta tu nuca. Una mirada fue suficiente para que te pusieras de pie, separando tus muslos y, con la espalda erguida, apoyaras las manos en la banqueta donde antes te sentabas. Oíste mis tacones sobre el parquet acercándose hacia ti y cerraste los ojos, mientras comenzabas a hiperventilar. Mis manos se posaron sobre tus redondas nalgas, y unas caricias las hicieron entrar en calor, al tiempo que arqueabas tu espalda y separabas más tus muslos, deseosa de sentir en tu piel el frío metal. Y de repente, sentiste una cachetada en tu entrepierna, haciéndote dar un respingo, arrancándote un gemido e impregnando la palma de mi mano con tus flujos, provocando en tus pechos un diabólico bamboleo. Estás preparada, te susurré al oído mientras arrastraba la yema de mi dedo corazón desde tu vulva, recogiendo tus flujos, hasta tu ano, masajeándolo y presionándolo con suavidad. Tu respiración agitada cesó por unos segundos, cuando sentiste el duro acero presionando en tu agujerito. Relaja, -te dije, mientras ejercía una presión constante, -toma aire, y cuando una inspiración profunda llenó tus pulmones, relajaste tu esfínter y el plugin se deslizó por tu interior, dejando a la vista únicamente el tallado cristal del tapón. Un gritito ahogado salió de tu garganta mientras humedecías tus labios con tu lengua y comenzabas a mover tus nalgas frotándolas entre ellas. En tu espalda aparecieron minúsculas gotitas de sudor, fruto de la transpiración de tu piel, cual flores bañadas con rocío al amanecer, y según aumentaba tu placer, el calor te quemaba y las gotas comenzaban a resbalar por el desfiladero que tus nalgas formaban. Me puse a tu espalda y recorrí tu columna con un dedo, desde tu nuca hasta tu culo, desabotoné mi bragueta y saqué mi verga, con la que recogí tus flujos y los extendí entre tus labios vaginales, y justo cuando apoyé mi glande entre los pétalos de tu sexo, una oleada de placer invadió tu cuerpo, mientras convulsionabas y gemías, mientras te corrías sin remedio y perdías la fuerza en las piernas. Tranquila, pequeña, te dije de nuevo, disfruta tu orgasmo, me tomaré la revancha en el siguiente acto.

 

sábado, 24 de junio de 2023

PRIMERA FUNCIÓN



Y la función comenzó cuando tu primer gemido dio paso al espectáculo de luz y de color, de placer y de calor. Tu cuerpo comenzó a manifestar notas de placer, interpretando una sinfonía de exquisito gusto, con tempo adagio, in crescendo lentamente cuando tus ojos observaron la mesita con los juguetes que te quedaban por probar. Tu respiración se agitó progresivamente y tu impertinente impaciencia me llevó a someterte con la disciplina del goce ausente. Te retorciste, pero asumiendo, mientras tus caderas, poco a poco, fueron tomando vida propia. Olfateaste mi piel, cuál hembra en celo, y tus ganas aumentaron buscando mi cuerpo con tu boca. Tranquila pequeña, te susurré al oído. Esto es solo el primer acto.


 

viernes, 23 de junio de 2023

ENSAYO




Ansiosa, pruebas el cuero antes de sentirlo sobre tu propia piel. Olor intenso y oscuro, el de la fusta humedecida por tus labios, que te hace salivar, deseosa de que el juego comience cuanto antes. Descamisado ante ti estoy, mientras permaneces maniatada con la seda de mi corbata, sereno y dispuesto a proporcionarte el más profundo de los placeres. Tus senos erizan su piel y muestran sus tostados botones que se alzan impertinentes sobre tus redondas copas. Instintivamente, separas tus muslos y ofreces tus nalgas, adivinándose entre ellos el brillo que deja tu excitación sobre la sonrosada piel de tus rincones. Señorita, que comience la función!!!

 

jueves, 22 de junio de 2023

PREFACIO



Era un sábado cualquiera, todavía en primavera, aunque cierto es que la noche había sido tropical, de un calor pegajoso insoportable y desperté más temprano de lo corriente con el pijama empapado. Me preparé un café, que saboreé repasando las noticias, pero mi cabeza había comenzado a andar sin siquiera pedir permiso.

Entre libros y revistas y rodeado de apuntes y garabatos manuscritos con mi nefasta caligrafía, la magistral Billie Holiday, acompañada por el maestro Terence Blanchard, interpretaban magníficamente “Nice work if you can get it”, lo que serenaba mi revolucionada cabeza y me ayudaba a ordenar torpemente las ideas que bullían en mi mente.

No me preguntes ¿Cómo fue?, porque no lo sé. Sólo sé que, entre esos folios alborotados, de repente, surgió el orden. Y las palabras inconexas se fueron recolocando entre ellas mismas, las frases tomaron sentido, las letras cobraron vida y los párrafos se alienaron dando sentido al relato.

Esa es la verdad, así fue, así lo sentí. Más sentí la preocupación de si sería entendido. Supongo que debe ser por ese halo de responsable incertidumbre que, siempre que escribo, me asalta, y no me malinterpretes, no es por dudar de la capacidad del lector, sino por estar permanentemente en duda conmigo mismo sobre si habré utilizado las palabras precisas para expresar lo que siento.

De esta manera surgieron cuatro relatos, de diferentes longitudes, a veces las letras son caprichosas, otras impertinentes, otras muy generosas, los cuales decidí compartir en este foro, si bien consideré preciso advertirte de esto, por si a bien lo tienes, seguir en la lectura el orden en que caprichosamente han sido dispuestos.

No desvelaré más datos, pues no quiero hacerte perder el interés por adelantado, sólo te diré el título y orden de estos mis textos:

Primero publicaré “Ensayo”, que será seguido por “Primera función”, el cual dará paso a “Segunda función”, culminando con “Función final”. Disculpa mi obviedad, pero creo que todo cobra más sentido cuando se lee en el orden indicado.

Espero no haberte aburrido con este “prefacio” sobre las publicaciones.

Espero no haberte decepcionado, si esperabas haber encontrado entre estas letras algo de más intensidad.

Espero que aceptes que, como suele ser habitual en mí, la obra de teatro tiene contenido lector dirigido a mentes adultas. Mis letras están ordenadas, tu mente, predispuesta, al leerme hará el resto.

Prepara una copa de vino, escucha a Billie Holiday de fondo y disfruta del espectáculo.


 

miércoles, 21 de junio de 2023

CAFÉ



El despertador sonó y tras apagarlo me metí en la ducha. Desnudo y somnoliento todavía, me dirigí a la cocina buscando la mejor manera de despertar mi mente. Café, un buen café recién hecho, humeante, aromático, intenso. Me gusta prepararlo dejando que infusione lentamente, inspirando el olor que desprende cuando las gotas de agua hirviendo caen sobre la cuna de café recién molido. Creo que me tomaré dos tazas. ¿Quieres una?


 

martes, 20 de junio de 2023

AMOR ETERNO



Dicen que el amor no dura más de cuatro años, podría ser, pero estoy seguro de que, si el deseo es eterno, la pasión es perenne. ¿Tú qué crees?


 

lunes, 19 de junio de 2023

FUEGO



Y de la misma manera que la madera de la cerilla va consumiéndose lentamente al arder por la llama, tu cuerpo va prendiéndose en el lujurioso encuentro, caricia tras caricia, beso tras beso. Y de la misma manera que, cuando la llama llegue a la base, la peana de fósforos entrará en mística combustión, tu cuerpo explotará en un clímax salvaje cuando el calor de tu entrepierna se haga inaguantablemente excitante, momento en el que, en mágica comunión, arderán nuestros cuerpos fundiéndose en un solo ser. ¿Comenzamos la jornada ardiendo?



 

domingo, 18 de junio de 2023

DOMINGO



Domingo de asueto, reposo y descanso. Más las labores domésticas esperan y toca ordenar y limpiar el hogar. Mañana de coladas, aspirador y fregona. Ya casi concluida la faena, llega el momento de hacer una pausa, reponer energías y encarar la recta final del zafarrancho, antes de pasar por la ducha, para aprovechar la mañana y salir a tomar un vermut.

Pero cómo olvidar el olor embriagador de tu cuerpo y el tacto aterciopelado de tu piel. Recuerdos que me invaden según voy volteando la manzana, igual que te volteaba anoche sobre mí. Fue una velada completa, frugal cena, picoteo y vino tinto, acompañada de miradas cómplices, frases incendiarias, insinuaciones sutiles, dobles sentidos y poses provocadoras, que nos llevaron a olvidar el postre cuando nuestras bocas se encontraron. Hambre teníamos, más no tanto de comida como del otro. Poco nos duró puesta la ropa cuando nuestras lenguas se enzarzaron. Hábiles dedos que desabotonaron blusas, soltaron corchetes, liberaron cinturones y bajaron cremalleras. Hábiles manos que sacaron camisetas, deslizaron bóxeres, apartaron braguitas, rozaron, cogieron, acariciaron, frotaron. Excitados sexos, húmedos, calientes, duros, erguidos, abiertos, turgentes, empapados. Nos bastó una pared contra la que apoyar tu cuerpo y una silla, que hábilmente utilizaste para levantar una pierna y facilitarme la labor de la profunda penetración que los dos deseábamos. Abrasaste mi verga con tu fuego interior, impregnaste mis testículos con tu dulce elixir, que manaba cual fuentecilla discreta, poco a poco, pero sin parar. Mordiste mi pecho y te viste reflejada en el brillo lascivo de mis pupilas, arañaste mi espalda, te aupé por las nalgas, gemías, lamías, mordías, sudabas. Tus tetas a veces bailaban, a veces quedaban aplastadas contra mi pecho. Y tu clítoris se hinchaba, frotado y estimulado por mi pubis, completamente ceñido al tuyo.

Tu respiración se entrecortó y el aire te faltó. Sin disimulo jadeabas y tu hiperventilación anunció el estallido de placer que buscabas. Te abandoné, volteé y quedaste cara la pared. Entre tus nalgas mi falo deslicé, de puntillas te pusiste, con las manos elevadas y apoyadas en la pared. Sujetándote por las caderas y moviendo mi cintura busqué tu humedad y, cuando sentí tu calor abrasador, con un empujón fuerte y seguro llegué al fondo de tu cuerpo, quedando mis testículos colgando en la entrada de tu gruta del placer. Comencé a moverme, arqueaste tu espalda, mordí tu cuello, busqué tu boca, gemías loca, y una cachetada sorda te hizo revolverte mientras agonizaste: -no aguanto más..., y comenzaste a disfrutar de unos espasmos, unas contracciones, una tiritera, una flojera en tus piernas, que hacían que tu coñito y tu cintura se retorciera sobre mi verga, que no tardó en inundar tu interior al tiempo que empujaba fuerte y palpitaba dentro de ti. Sudados y exhaustos, nos fuimos a la ducha. Recuperadas las fuerzas, nos tomamos el helado, que de postre teníamos preparado. Nos miramos a los ojos, alargué la mano y acaricié tu rostro, todavía sonrojado. Dormimos abrazados. Y sigues descansando, ajena a mis labores. Descansa, recupera, te quiero fresca para, cuando tomemos el vermut, si se tercia, darte otra oportunidad, esta vez sobre la encimera de la cocina. Antes me comeré la manzana. ¿Te despierto a alguna hora?


 

LA TÉNUE LUZ DEL ALBA

La ténue luz del alba se colaba entre las cortinas reflejando bellas sombras sobre nuestros cuerpos desnudos. Todavía dormías, como un áng...