Y queriéndote dar los buenos días, quedé atrapado entre tus
nalgas.
Tus caderas correspondieron, saludando cortésmente.
Y al besarnos nos fundimos en placer, quedando unidos por nuestro
íntimo deseo.
Nada es lo que parece, pues hasta el más romántico de los hombres tiene su lado oscuro.
Y queriéndote dar los buenos días, quedé atrapado entre tus
nalgas.
Tus caderas correspondieron, saludando cortésmente.
Y al besarnos nos fundimos en placer, quedando unidos por nuestro
íntimo deseo.
La ténue luz del alba se colaba entre las cortinas reflejando bellas sombras sobre nuestros cuerpos desnudos. Todavía dormías, como un áng...
Muy bonito......
ResponderEliminarMuchas gracias.
EliminarUnos buenos días complaciente para los dos...
ResponderEliminarEl placer siempre ha de ser para los dos.
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