METRICOOL

domingo, 18 de junio de 2023

DOMINGO



Domingo de asueto, reposo y descanso. Más las labores domésticas esperan y toca ordenar y limpiar el hogar. Mañana de coladas, aspirador y fregona. Ya casi concluida la faena, llega el momento de hacer una pausa, reponer energías y encarar la recta final del zafarrancho, antes de pasar por la ducha, para aprovechar la mañana y salir a tomar un vermut.

Pero cómo olvidar el olor embriagador de tu cuerpo y el tacto aterciopelado de tu piel. Recuerdos que me invaden según voy volteando la manzana, igual que te volteaba anoche sobre mí. Fue una velada completa, frugal cena, picoteo y vino tinto, acompañada de miradas cómplices, frases incendiarias, insinuaciones sutiles, dobles sentidos y poses provocadoras, que nos llevaron a olvidar el postre cuando nuestras bocas se encontraron. Hambre teníamos, más no tanto de comida como del otro. Poco nos duró puesta la ropa cuando nuestras lenguas se enzarzaron. Hábiles dedos que desabotonaron blusas, soltaron corchetes, liberaron cinturones y bajaron cremalleras. Hábiles manos que sacaron camisetas, deslizaron bóxeres, apartaron braguitas, rozaron, cogieron, acariciaron, frotaron. Excitados sexos, húmedos, calientes, duros, erguidos, abiertos, turgentes, empapados. Nos bastó una pared contra la que apoyar tu cuerpo y una silla, que hábilmente utilizaste para levantar una pierna y facilitarme la labor de la profunda penetración que los dos deseábamos. Abrasaste mi verga con tu fuego interior, impregnaste mis testículos con tu dulce elixir, que manaba cual fuentecilla discreta, poco a poco, pero sin parar. Mordiste mi pecho y te viste reflejada en el brillo lascivo de mis pupilas, arañaste mi espalda, te aupé por las nalgas, gemías, lamías, mordías, sudabas. Tus tetas a veces bailaban, a veces quedaban aplastadas contra mi pecho. Y tu clítoris se hinchaba, frotado y estimulado por mi pubis, completamente ceñido al tuyo.

Tu respiración se entrecortó y el aire te faltó. Sin disimulo jadeabas y tu hiperventilación anunció el estallido de placer que buscabas. Te abandoné, volteé y quedaste cara la pared. Entre tus nalgas mi falo deslicé, de puntillas te pusiste, con las manos elevadas y apoyadas en la pared. Sujetándote por las caderas y moviendo mi cintura busqué tu humedad y, cuando sentí tu calor abrasador, con un empujón fuerte y seguro llegué al fondo de tu cuerpo, quedando mis testículos colgando en la entrada de tu gruta del placer. Comencé a moverme, arqueaste tu espalda, mordí tu cuello, busqué tu boca, gemías loca, y una cachetada sorda te hizo revolverte mientras agonizaste: -no aguanto más..., y comenzaste a disfrutar de unos espasmos, unas contracciones, una tiritera, una flojera en tus piernas, que hacían que tu coñito y tu cintura se retorciera sobre mi verga, que no tardó en inundar tu interior al tiempo que empujaba fuerte y palpitaba dentro de ti. Sudados y exhaustos, nos fuimos a la ducha. Recuperadas las fuerzas, nos tomamos el helado, que de postre teníamos preparado. Nos miramos a los ojos, alargué la mano y acaricié tu rostro, todavía sonrojado. Dormimos abrazados. Y sigues descansando, ajena a mis labores. Descansa, recupera, te quiero fresca para, cuando tomemos el vermut, si se tercia, darte otra oportunidad, esta vez sobre la encimera de la cocina. Antes me comeré la manzana. ¿Te despierto a alguna hora?


 

4 comentarios:

  1. Excelente relato. Tus palabras se convierten en hechos en la imaginación cuando se lee.

    ResponderEliminar

Deja tu comentario sincero sobre lo que te ha parecido el relato. Lo leeré con mucha atención. Gracias.

LA TÉNUE LUZ DEL ALBA

La ténue luz del alba se colaba entre las cortinas reflejando bellas sombras sobre nuestros cuerpos desnudos. Todavía dormías, como un áng...