METRICOOL

viernes, 3 de febrero de 2023

CARNAVAL




Pasan lentos los días, todavía fríos, del atípico mes de febrero. El sol alarga su presencia arañando minutos a la oscura noche según avanza el calendario. Camino de la primavera, nos acercamos a la pagana fiesta, preludio de la religiosa Cuaresma.



Tiempo de múltiples y diferentes celebraciones, a cuál más curiosa, unas populares, otras exclusivas. Tiempo en el que la música suena, las máscaras se desempolvan y los cuerpos se exhiben impertinentes en primitivo cortejo, bendecidos por el calor que el astro Sol irradia cada día con más fuerza.

Enigmática invitación la que recibo en noble tarjetón, proponiéndome asistir a una fiesta de máscaras. Baile elegante al que solitario acudo, perfectamente ataviado. Elegantes vestidos, distinguidos complementos, aristocráticos asistentes, todos a salvo y protegiendo los rostros por las venecianas caretas.

Desconocido es el anfitrión de tan exclusivo evento. Y como en un juego de rol, se rumorea, se cotillea, se especula sobre quién es el caprichoso que ha organizado la fiesta, y como no, alguno fanfarronea en estrechos círculos alrededor de unas copas, atribuyéndose el éxito de la convocatoria.

El jolgorio del momento da paso a la sinfonía que abre el baile. Las risas cesan y los ojos agudizan la mirada, intentado descubrir a la persona deseada. Las capas vuelan al aire acompañadas por los largos vestidos, en gráciles movimientos que hacen que parezca que leviten sobre el suelo.

Atrevidas damas desvelan con medido descaro la belleza de sus pupilas, ávidas sin duda por encontrar pronto al varón con el que terminar de descubrir los misterios de la fiesta. Con habilidad enseñan su rostro unos instantes para volver a cubrirlo con la mirada distraída, mientras los candidatos se revolucionan como ciervos en época de berrea.

La fiesta sigue y no te encuentro, dando por hecho que acechas, amparada bajo el anonimato que el antifaz te ofrece, mientras las mesas dispuestas alrededor del enorme salón de techos altos congregan a parte de los asistentes buscando una copa de frío cava.

Entre sorbos observo a los danzantes, algunos vinieron acompañados, otros se emparejaron a la segunda pieza que la orquesta interpretó. También los hay que se reconocieron, pues el brillo de los ojos de dos enamorados no se vela con los colores de una artística careta. Conversan, bailan, se persiguen y se besan, todavía con disimulo.

Y cuando menos lo esperaba, al ir a dejar mi copa vacía en una mesa, veo una atractiva y solitaria mujer. Me acerco y su perfume la anuncia, busco sus ojos, ¿Tú? Pregunto curioso, pensé que no vendrías, añado sin pausa. Alargas tu dedo índice y lo apoyas sobre mis labios, haciéndome el gesto de callar. Buscas dos copas, “por nosotros” ofreces el brindis y saboreamos el cava mientras nuestras miradas avivan los rescoldos, todavía candentes, que guardamos bajo nuestro ombligo. No en vano, apenas hace una semana de nuestro último encuentro.

Relación no tormentosa, pero sí intermitente, por razones que no vienen al caso, pero es de justicia apuntar que plenamente satisfactoria cuando, en múltiples ocasiones, nos hemos abandonado a los placeres de la carne. Mi espalda mellada da cuenta de ello, tus gemidos al viento rubricaron nuestros clímax.

Bailemos me dices, mientras tiras de mi mano entre el gentío indiferente. Acompasados bailamos, en sincrónica armonía, cual danza ritual. Calla la música, me miras y lames tu hombro provocadoramente, despertando el hipotético deseo dormido que pudiera quedar en mí. Lengua que arrastras por tu carne sin apartar tu mirada de mis ojos, insinuando tu sed de piel. Vamos a un sitio más discreto, me susurras al oído, y de la mano nos perdemos entre tupidos cortinajes. Por infinitos pasillos me llevas hasta la estancia donde te sientes segura y a salvo de indiscretas miradas. Sin descubrir nuestros rostros nos besamos y abrazamos, apenas tanteando nuestra anatomía.

Me sientas y tras mí te pones, y comienzas el ritual que los dos conocemos, ese que nos hace entrar en combustión imposible de apagar. Vences tu cuerpo sobre mí y, mientras elevo mi cabeza buscando tu mirada, deslizas tu mano sobre mi corbata, entre las solapas de la chaqueta, jugando con mi pecho. Una y otra vez, descendiendo cada vez un poco más, hasta hacer evidente mi masculinidad. Mi cuerpo no es inmune y consigues tu objetivo, y disfrutas viendo mi bragueta abultada, sabiéndome macho prisionero bajo el algodón del bóxer. Mi glande, ya descubierto, roza con la prenda y se altera, deseoso de ser liberado. Mi respiración agitada interrumpo para serenar mi cuerpo y frente a ti me pongo.

De nuevo nos besamos, esta vez más apasionadamente. Rodeas mi cuello con tus manos y comienzas a acariciar mi nuca con tus uñas, jugueteando con mi cuello y detrás de mis orejas. Los gestos te delatan, y lo que ocultas en tu rostro tus manos lo desvelan. Los besos son cada vez más dulces, y nuestras lenguas se entrelazan dibujando espirales infinitas. Y entre besos y suspiros alcanzo el cierre de la cremallera de tu vestido, que deslizo desde lo alto de tu espalda hasta casi tus nalgas.

Tu corazón se acelera y te aúpo sentándote sobre un aparador. Subo tu vestido y alargo mis manos por tus muslos más allá de las medias negras que adornan tus piernas. Siento la piel de tus nalgas mientras con destreza desabotonas mi camisa. Los ósculos apasionados nos van transformando en seres irracionales que se rigen por el instinto más primitivo. De pie te pones para tenerme a tu alcance y, mientras sueltas la hebilla de mi cinturón me quito la chaqueta y la camisa, quedando desnudo mi torso a tu alcance.

Tu vestido cae, te acercas más todavía, apoyas tu lengua en mi garganta y la arrastras por mi pecho, por mi abdomen, por mi ombligo, mientras bajas mis pantalones hasta mis tobillos y, a la vez que torpemente intento deshacerme de ellos, mordisqueas con lascivia mi miembro sobre mi calzoncillo, provocándome sensaciones de placer multicolor. Libre de los pantalones repites el recorrido de tu lengua en inverso sentido, hasta llegar a mi boca. Un ímpetu descontrolado me lleva a sujetarte por el cuello con la fuerza justa, apretándolo, pero sin ahogarte, privándote de ciertos movimientos, quizá de cierto oxígeno, como pajarillo que sujetas con la mano, ni fuerte para asfixiarlo, ni demasiado suave para que vuele libre.

Te volteo y ahora soy yo quien te muerde la nuca mientras busco con mis manos el elástico de tus bragas. Arrastro mi lengua por tu columna, lentamente, bajando hasta llegar a tus nalgas, mientras mis manos resbalan tu prenda por tus piernas hasta quitártelas por tus tacones, momento en el que mi rostro queda hundido entre los cachetes de tu culo. Instintivamente separas tus muslos, aparto con mis manos tus glúteos y alargo mi lengua en actitud salvaje dándote un lengüetazo desde tu vulva hasta tu ano, arrancándote un sonoro gemido. El olor de tu sexo me excita y siento mi verga hinchada, todavía escondida con la ropa interior.

Vuelves frente a mí y mientras nuestras bocas se devoran pasas tus manos bajo mis bóxer, buscando con avidez la rigidez que pronto encuentras y, mientras con una mano me agitas, con la otra buceas en mi entrepierna hasta tenerme agarrado fuertemente por los huevos. Mis testículos se dilatan, se hinchan, se endurecen y se tornan pesados mientras gozo de tu habilidad masajeándolos magistralmente.

Por fin me liberas y entre los dos conseguimos que quede desnudo, simultaneando poses imposibles con caricias explosivas. Acaricio tu entrepierna y comienzas a destilar una cálida humedad que me anuncia que estás preparada para recibirme. Con intencionados movimientos te hago caer sobre la cama, tumbándote de espaldas y poniéndome tras de ti.

Aúpa tus nalgas, te indico, y acto seguido colocas un cojín bajo tus caderas. Separo tus cachetes y te froto con mi glande, extendiendo tu humedad y lubricando tus rincones más delicados. Apoyo y quieto quedo. Suspiras. Lanzas tu culo hacia atrás en hábil movimiento de cadera y atrapas mi glande entre tus labios vaginales. Gimes. Aguanto y, en tu descuido, empujo con firmeza contra ti, horadando tu interior hasta topetear con mis huevos en tu cuerpo sin poder evitar lanzar un gruñido de satisfacción.

Quedamos inmóviles, recuperamos el aliento mientras te mordisqueo los hombros, pero tus nalgas impacientes son arrastradas por tus caderas frotándome con fuerza dentro de tu delicioso coñito, instante en el que paso una mano bajo tu vientre y alcanzo tu clítoris con las yemas de mis dedos.

Y comienzo a moverme en rítmico vaivén, aumentando la velocidad poco a poco, empujando cada vez más adentro, golpeando con mis testículos un poco más fuerte, hasta sentirlos completamente mojados por tus flujos, a la vez que hago vibrar mis dedos sobre tu, cada vez más, turgente y visible apéndice.

Tus jadeos se confunden con mis gemidos y se mezclan con el acuoso sonido de mi verga entrando y saliendo de ti, aderezado por el sonido del topeteo de mis testículos en tu cuerpo. Comienzo a transpirar y tu espalda brilla insolente, deleitándome con tu belleza a la par que con el placer que me produces con los movimientos circulares de tus nalgas.

Acompasando nuestra agitada respiración entramos en un estado de semiinconsciencia provocada por el altísimo placer, disfrutando, como si a cámara lenta nos moviéramos, de unas embestidas cada vez las largas y prolongadas, de infinito recorrido, sintiendo cada centímetro de mi piel moviéndose dentro de tu cuerpo, a la vez que tu clítoris comenzaba a palpitar, hasta caer, sin preverlo, en acelerados y espasmódicos movimientos que me hicieron derramarme inundando tu interior mientras te convulsionabas bajo mi cuerpo.

Desgarrador gemido compartido que anunció el clímax salió de nuestras gargantas mientras terminamos de sacudirnos, cada vez más lentamente, hasta quedar quietos, rostro contra rostro, besándonos dulcemente.

Inaugurado quedó el Carnaval, no sin antes emplazarnos para el siguiente baile.

¿Vendrás con máscara?

12 comentarios:

  1. Me ha encantado. Cómo está escrito, detallado, la suavidad de la palabra sobre el trazo, el como, el cuánto y la fantasía de la fiesta con máscaras que me vuelve loca.

    👏👏👏👏👏 En un placer leerte.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Muchas gracias, me siento halagado siendo leído por ti. Una fantasía interesante y excitante.

      Eliminar
    2. Jjajaajjajja nada pues sigue y seguirás viviendo la fantasía de que te lea. Jjjj

      Eliminar
    3. Seguiré viviendo mi fantasía, tu lectura ya es una realidad.

      Eliminar
  2. Fantasías capaces de hacer sentir y brotar la humedad

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Fantasías que nos transportan al mundo exquisito del placer sublime.

      Eliminar
  3. Me encanto ❤️

    ResponderEliminar
  4. Es una Fantasía perfecta .....sigo diciendo que leerte es un placer ....cada palabra resuena en mi mente y hace que sienta una excitación grandísima ,me pondría el antifaz

    ResponderEliminar
  5. Cabecitalinda08 mayo, 2025 23:47

    Un relato sublime que te envuelve en ese maravilloso y misterioso ambiente y como siempre digo se puede sentir cada palabra que escribes...

    ResponderEliminar

Deja tu comentario sincero sobre lo que te ha parecido el relato. Lo leeré con mucha atención. Gracias.

LA TÉNUE LUZ DEL ALBA

La ténue luz del alba se colaba entre las cortinas reflejando bellas sombras sobre nuestros cuerpos desnudos. Todavía dormías, como un áng...