METRICOOL

martes, 28 de febrero de 2023

BAÑO DE ESPUMA



La expectante noche comenzó con un sabroso vino tinto, una suculenta cena, una charla inteligente. Continuó con propuestas lujuriosas de abierta mente y terminamos juntos con un baño caliente. Nos entraron ganas de más, pues estaba bien, pero era insuficiente.


 

lunes, 27 de febrero de 2023

CHIMENEA



Tumbados en la manta, desnudos, frente a la chimenea, bebíamos frío cava abrazados frente a la lumbre. Por la ventana se veían los copos de nieve caer en el jardín. Mis caricias provocaron la euforia de tu sexo, que con malicia despertó mis ganas por arrancarte gemidos de pasión.




 

domingo, 26 de febrero de 2023

ROSA HÚMEDA



Ávido de ti amanezco y busco la humedad entre tus muslos. Entregada me ofreces la aterciopelada flor de mi deseo. Calor que estremece, humedad que humedece, sonrosada rosa bajo tu ombligo que florece. Orgía carnal de nuestros sexos excitados que encuentran al alba el clímax deseado.


 

sábado, 25 de febrero de 2023

ALIENTO



Aire cálido templa mi sangre. Lascivos flashes vienen a mi mente que me hacen pensar y recordar lo ferviente de tu sexo cuando deseas mi piel. Inspira, llena de aire ese cuerpo antes de que te posea. Aguanta tus ganas, doma tus muslos hasta el momento de recibirme en plenitud.


 

viernes, 24 de febrero de 2023

TACONES ROJOS




Sagrado día del amor, aquelarre pasional bajo la luna. Brindis de frío cava, fresas con chocolate. Cuerpo ardiente, rosas rojas como el rojo de tus tacones. Cierra los ojos y bebe, cierra los ojos e inspira, cierra los ojos y goza sin prisas del gusto y de nuestro íntimo placer.

 

jueves, 23 de febrero de 2023

STREET POKER


 

Y sin darme cuenta, a la tercera partida me vi con la única protección de mis medias. El strip-póker es lo que tiene, mas esta mano llevo buenas cartas, así que no lo des todo por ganado. Quizá sea yo quien termine sobre ti, y no al revés. Te toca echar carta. ¿Seguimos jugando?


miércoles, 22 de febrero de 2023

DELANTAL




Átame el delantal. Imposible mantener la calma al contemplar tu cuerpo mientras preparabas el desayuno. ¿El café?, se enfrió. ¿Las tostadas?, se quemaron. ¿El frío? desapareció mágicamente cuando nuestros cuerpos se encontraron sobre la encimera de la cocina. ¿Desayunamos?


martes, 21 de febrero de 2023

JOYA




Cabello suelto, surcando el viento, arrullo tierno que se rompe cuando un ligero rasguño sobre la piel de tu espalda destapa el brillo de tu cuerpo. Pezón erecto. Mi prioridad, el placer de tu ego.

 

lunes, 20 de febrero de 2023

ABRAZOS


El poder de un buen abrazo es, a todas luces, incuestionable. Y pensarás: ¿a qué viene esto ahora? En mi soledad, y gracias a la prensa, me he enterado de que hoy es el día internacional del abrazo, y no me he resistido a reflexionar, vagamente, aceptaré, sobre el mágico poder que un buen abrazo tiene sobre nosotros, por lo menos en mi caso. Según he leído, nos hacen liberar la hormona de la felicidad, nos regulan la tensión arterial y un sinfín de beneficios más, aunque no, no todos los abrazos son iguales.

Los hay reconfortantes y que nos llenan de alegría, como los abrazos sinceros de los amigos, esos que nos damos, inocentemente, independientemente de la condición sexual de cada uno, por el simple hecho de la alegría que nos ha producido reencontrarnos.

Pero también son inquietantes esos hipócritas, en los que nos sentimos prisioneros, diría que principalmente entre compañeros de trabajo, cuando alguien con quien hemos tenido algún rifirrafe nos lo da después de haber sufrido nosotros algún episodio preocupante. Casi sentimos los puñales en la espalda, cual Nerón, y arqueamos indisimuladamente una ceja mientras pensamos: a ver por dónde viene el aire ahora.

También los hay fraternales, ese abrazo entre hermanos, entre padres e hijos… Ese abrazo que nos da nuestra madre siendo niños, después de un escorchón en la rodilla, y que nos cura y nos sana, nos quita el dolor, el físico y el emocional, en cuanto recostamos nuestra cabeza en su pecho.

Otros, sin embargo, son mucho más especiales. El abrazo del primer amor, que despierta las mariposas en nuestro estómago, revoloteando hasta que el rubor alcanza nuestras mejillas. Que se vuelve adictivo por el placer que nos produce y las expectativas que despierta. Ese es un abrazo que nos produce una paz infinita, a la par que alborota nuestras hormonas. Abrazo que ofrecemos y recibimos de mil maneras a cuál más placentera. Abrazos desnudos donde nada se esconde y todo reacciona. El gusto de sentir la piel templada del otro entre nuestros brazos mientras nuestros labios se besan. Abrazos de frente, donde los cuerpos tropiezan por la naturaleza de las anatomías. Abrazos de espalda, donde las anatomías se acoplan y el calor se dispara. Abrazos de pie a los pies de la cama, abrazos tumbados que acaban en llamas. Abrazos de manos, de brazos que abrazan. Abrazos de cuerpos que enervan el alma. Abrazos de piernas y muslos en alza. Abrazos de sexos, que sexos atrapan. Abrazos de orgasmos que en clímax acaban.

Hoy necesitaría un abrazo, ¿me abrazas?

domingo, 19 de febrero de 2023

SEX!!!




Hay tardes de domingo que las que el tedio invade nuestras mentes. Y nuestras mentes arrancan y carburan, e imaginan y provocan y nos llevan a desear eso que tanto nos gusta y llevamos tiempo sin disfrutar. Y la piel se eriza y el cuerpo se templa. ¿Llamas o llamo?

 

sábado, 18 de febrero de 2023

PRISIONERO



Tu prisionero me siento por un torpe descuido. Solo espero que la tortura sea dulce. Aguantaré con estoicismo las perversiones que tu mente maquine. Confío en tu benevolencia para concederme el beneplácito del clímax con tus artes. ¿Sobreviviré?


 

viernes, 17 de febrero de 2023

TÓRRIDO AMANECER



Tórrido amanecer disfrutamos el uno sobre el otro, el otro sobre el uno. El ímpetu de la pasión nos hizo rodar. Ups!! Caímos de la cama, pero el edredón amortiguó mi golpe, y yo el tuyo. Por tu forma de mirarme y de mover las caderas creo que te apetece seguir. ¿Repetimos?


 

jueves, 16 de febrero de 2023

PENITENCIA



En tu comportamiento estuvo el pecado, y en la penitencia tu redención. Más sabes que las cachetadas que mi mano inflija sobre tus redondas nalgas despertarán tu libidinoso sexo, haciéndole sudar los fluidos de tu excitación, debiendo en ese momento calmar tu furia de placer.


 

miércoles, 15 de febrero de 2023

CAFÉ



Saboreando el café viene tu aroma a mí. Recuerdos de una noche apasionada en la que disfrutamos sin pudor, compartiendo besos, caricias, sabores, elixires y un clímax brutal que nos avocó al abismo de la máxima complacencia. ¿Vienes a desayunar?


 

martes, 14 de febrero de 2023

TARDE DE INVIERNO



Tarde de invierno que invita a disfrutar del cálido hogar, quizá jugando una partida. ¿Qué apostamos? –preguntaste. Y al perder tu Rey, tu cuerpo se entregó entendiendo el precio de la derrota. Revancha quiero, dijiste. Tras el primer orgasmo contesté. ¿Jugamos?



 

lunes, 13 de febrero de 2023

FRÍA MAÑANA




Fría mañana en la que, desde mi lecho, oigo el bramar del viento desgarrándose entre las ramas de los árboles. Café reconfortante, compañía ausente. ¿quieres una taza?



 

domingo, 12 de febrero de 2023

TREN


Comienza un año nuevo. Todo un viaje por recorrer, por disfrutar. Súbete al tren que te lleve por parajes embelesadores y deja que la magia te sorprenda. ¿Me acompañas?

sábado, 11 de febrero de 2023

LOBOS




Fue en un pueblo sin mar, una noche, después de un concierto. Era verano y el Festival Pirineos Sur se estaba celebrando, como siempre, en pleno Valle de Tena, en el Pirineo aragonés. El día anterior acababas de aterrizar desde tu maravillosa isla y fui a recogerte al aeropuerto y, desde Barajas, directamente nos fuimos a hacer noche a Jaca.

Me encanta esa ciudad con espíritu de pueblo, su centro con sus estrechas calles, plagadas de bares con espectaculares tapas y buenos vinos. Tras dejar las bolsas en el hotel, un poco alejado, en la carretera de Pamplona, pero con un agradable paseo hasta la población, visitamos la Catedral y la Ciudadela, imprescindibles de ver, para seguidamente hacer un recorrido gastronómico de pequeñas delicatesen, disfrutando de sabrosos caldos y de una charla más que animada.

Nos recogimos pronto. A pesar de ser julio, la temperatura cae cuando anochece en zonas altas, y al día siguiente íbamos a ir pasar el día de conciertos. Serían, quizá, las doce y media de la noche cuando emprendimos el camino de regreso al hotel. El cansancio acumulado a lo largo de la semana y, por supuesto, el viaje, también hizo mella, por lo que caímos rendidos y dormimos plácidamente abrazados.

Al día siguiente, serían las 10 de la mañana cuando nos levantamos. Recogimos, desayunamos y salimos para Sallent. El recorrido es corto y agradable, por una carretera poco transitada y rodeados de árboles y montañas. Un paisaje bucólico y romántico que te relaja cuando lo observas con detenimiento.

Hacía un tiempo espléndido y los diferentes grupos musicales fueron tocando a lo largo de la jornada. Era una experiencia distinta a los típicos conciertos, con un ambiente más familiar y distendido. Bocadillos, cerveza en vaso de plástico y buen rollo corría entre los asistentes. Sobre las ocho de la tarde terminó el concierto de ZAZ, esa chica francesa que tiene una voz prodigiosa, aterciopelada y dulce. Los grupos que venían a continuación no nos interesaban demasiado, así que nos tomamos la última caña y decidimos volver a Jaca.

Por la mañana habíamos estado mirando en un mapa, mientras desayunábamos, un corto paseo por un pequeño bosque que estaba de camino, así que, aprovechando la última luz del día, decidimos emprender la vuelta y buscarlo.

A los pocos kilómetros vimos el desvío y lo cogimos, era un camino de tierra, en buen estado, que llegaba a una explanada donde poder dejar el coche. Bajamos, nos cogimos de las manos uno frente al otro, miramos hacia el cielo e inspiramos profundamente, llenando nuestros pulmones de ese aire puro e impregnándonos de la energía que se percibe en sitios tan especiales, tras lo cual nos pusimos a recorrer el sendero que dibujaba el mapa.

Los sonidos del bosque amenizaban el paseo, se oían pajarillos cantando y un suave viento agitaba las ramas de los árboles, provocando ese singular sonido de las hojas. Ese sonido que, acompañado por la penumbra de adentrarnos entre los altos y viejos árboles, casi nos hacía estremecer.

El ambiente, a pesar de estar en plena naturaleza, se sentía imponente y serio. Se percibía una energía superior, una carga de tensión electrizante que nos llevaba a un estado de inquietante alerta. Todo parecía tener vida propia y la carga emocional que transmitía el entorno se apoderaba de nosotros anulando nuestra razón.

En un pequeño claro entre los árboles volvimos a mirar al cielo y la imagen fue paralizantemente estremecedora. La profecía se cumplía ajena a las consecuencias que el embrujo provocaba. La constelación de “Lupus” se dibujaba claramente entre las estrellas. Los astros hablaban y nos encontrábamos bajo su inmediato y directo influjo, y un helado escalofrío recorrió nuestras columnas vertebrales, desde la nuca hasta el cóccix. Nos faltó el aire unos segundos, pues los dos sabíamos lo que eso significaba, pero no nos amedrentamos. Si el destino así lo ha querido, así será, nos dijimos mirándonos a los ojos, y con la piel erizada seguimos adentrándonos en el bosque.

De imprevisto el cielo comenzó a cerrarse de negras nubes y la noche cayó de golpe sobre nosotros, te miré y vi tu rostro entre penumbra, sombreado por las ramas, pero delatado por el inquietante brillo de tus ojos. La noche parió su luna, dando lugar a la aparición, casi fantasmagórica de una brillante esfera llena.

Las sombras de nuestras siluetas se perfilaban por la blanca luz, desdibujadas por las sombras de las hojas. Aromas arrastrados por el aire alimentaban nuestro espíritu. Heno fresco, yerba mojada y tierra húmeda se mezclaban en perfecto equilibrio olfativo, despertando y agudizando todos nuestros sentidos.

Cuando me di cuenta, sin saber cómo, te habías adelantado unos metros y se confundía tu silueta con las sombras de los árboles. Te llamé con voz en alto y mientras comenzabas a correr volviste la vista atrás, invitándome a seguirte. Para, te dije, pero me desoíste. Avanzaste veloz hasta que entre los árboles te perdí de vista. Los peores presagios vinieron a mi mente cuando en tu huida sonó con eco el ulular de la loba en celo. Ese aullido que despierta al macho que con cadenas contengo.

Inicié tu búsqueda, corriendo desesperado, guiándome por mi instinto, hasta quedar por completo atrapado por el embrujo. Se me ajaron las ropas, mi mente se nubló, mi cuerpo mutó y de mis manos salieron zarpas con las que correr buscándote con desesperación.

Hombre y macho que en lobo alfa se convierte, dejando a un lado raciocinio y recogiendo el instinto. Afino mi olfato, levanto la cabeza hacia la luna, huelo y aúllo respondiendo a la llamada. Percibo intensos aromas que despiertan mi lado más primitivo, brisa fresca y húmeda que acaricia mi piel desnuda, cuerpos que se encienden ante el deseo que amanece, olor a sexo palpitante y místico encuentro el que se intuye.

Cuerpos iluminados por la tenue y misteriosa luz de la luna, sinuosas y sensuales formas, gruñidos ahogados asoman, respiraciones agitadas, el macho sigue el rastro que la hembra deja, que sigue avanzando hacia lo más cerrado del bosque.

La loba escucha el aullido con todos los sentidos y el deseo se adueña de su cuerpo por completo. Se le acelera el pulso mientras agudiza el olfato esperando captar como su lobo se acerca. Lobo que traspira, por cada poro de su piel, deseo de sexo salvaje cubriendo a su querida loba.

No aúlla. Reprime su expresión aumentando así el deseo, alimentando la sensación placentera de ser buscada y deseada por su lobo, mientras arde en ansias por el carnal encuentro.

La luz de luna, sonido del viento, constelación de estrellas.

Paro un instante, huelo y aúllo. El lobo ha entrado en trance. Percibo tu embriagador aroma y lo que era una retirada lenta se convierte en una búsqueda impaciente. Tu olor es cada vez más intenso, más fuerte, más excitante. Te siento cerca pero no te veo, busco con ansia mientras mi cuerpo ha comenzado a reaccionar. Troto buscando. Me paro de nuevo, afino mi oído y el crujido de una rama que torpemente pisaste desveló tu posición. Despistado me oriento con seguridad, y galopo cada vez más rápido según aumentan tus rastros naturales, según confirman tu presencia, según te siento cada vez más cerca.

Tras frenética y veloz carrera al fin te di alcance y frente a mí te pusiste, enseñando desafiante tus colmillos mientras nuestros espinazos se erizaban y el brillo de nuestros ojos reflejaba el azul ocaso de la luna.

Ahogamos los aullidos, jugando con la pulsión del deseo, aumentando la sensibilidad de la piel, del vello que se eriza, placentero, ante cualquier señal de que los cuerpos se acercan. Oído y olfato en su más álgido punto de apertura y atención, el lobo está aquí y su trance es notorio.

Ven, olisquea el maná de mis fluidos de deseo, encuéntrame, desea la loba, mientras hundo el hocico entre tus patas, lamiendo a mi hembra sintiendo tu sexo candente y fogoso, receptivo y deseoso.

La loba se ofrece, el lobo la monta. Los lobos disfrutan de la unión, de la cópula, del apareamiento salvaje y animal con el que se consumará el aquelarre satánico, la ofrenda a las divinidades, el ofertorio sexual, la penitencia del orgasmo que en su intenso clímax tornará a los lobos humanos.

Y el encuentro se consuma, entre alaridos y gruñidos, mientras el lobo muerde el cuello de la loba.

Y la loba se retuerce entre gozosa y desafiante, mordisqueando al lobo en el morro.

Los ojos se tornan opacos y brillantes, de las gargantas afloran guturales y roncos sonidos, gemidos ahogados, jadeos explícitos.

Inquietante y evocadora escena, sinuosas sombras, calientes cuerpos.

Cuando los lobos se tornan humanos para empapar la escena con sentimientos, voces y gemidos, con palabras, cuando la comunicación traspasa lo visual y avanza hacia lo auditivo y alcanza lo carnal, y lo tántrico, y lo espiritual.

Y la cópula sigue, mientras los cuerpos pierden poco a poco su salvaje aspecto y vuelven a ser pálidos cuerpos de humanos. Y los sonidos ininteligibles se vuelven dulces voces y excitantes gemidos. Y los ojos se aclaran, y el lobo que montaba por instinto a la loba en celo se descubre con su cuerpo prisionero entre los muslos de su hembra, que le marca el ritmo con el sutil empuje de sus talones en las nalgas.

Y sobre la yerba yacen, conscientes del placer sublime de tan intensa entrega. Y me volteas, y ahora eres tú la que como una diosa me monta, cabalgando mi carnal erección mientras con mi boca busco el bamboleo de tus senos.

Y me coges las manos y nuestros ojos se encuentran, y destellan de nuevo cuando bajo la luz de la luna nuestra piel brilla. Y la excitación aumenta. Y el ritmo aceleras, y buscas el clímax con movimientos imposibles que nuestros cuerpos frotan.

Y siento la fuerza de tus rotundas nalgas aplastando mis genitales con inusitada fuerza. Y me tenso, y tu espalda arqueas. Y de tu sexo comienza a manar ese elixir cálido y viscoso con el que mi sexo riegas.

Y aceleras, y sigues, y el ritmo aumentas hasta consumar al unísono la placentera entrega, mientras te retuerces y me exprimes, mientras me derramo y te inundas, mientras de nuestras gargantas sale un ronco aullido que la escena sella.

Y abrazados y sudorosos quedamos a merced del viento y de la luz de la luna. Exhaustos pero satisfechos tras el intenso ritual al que nos sometió la constelación de “Lupus”.

Y el eclipse de la luna llegó, dando por consumado el zoofílico encuentro, dando por concluido el satánico rito, dando por consagrado el aquelarre de la mística transformación de hombre en lobo y su retorno.

viernes, 10 de febrero de 2023

DÍA DE LA DANZA




Y qué mejor manera que celebrar el día de la danza danzando. Danzantes que vuelan sobre el parquet y giran sobre el eje de sus cuerpos. Baile simétrico sobre la perpendicular de sus miradas. Bailarines que se mueven al compás del elegante vals, ojos clavados en ojos deseosos de ver los contrarios labios acercarse con valor.

Sonrisas espontáneas, caricias imposibles, cuerpos que se arquean, sutiles placeres los de las sutiles sensaciones del sensual baile.

Cortejo de dos amantes que se muestran y se ofrecen. Elegantes gestos los que acompañan al ritual. Dama pretendida, Caballero caballeroso, educado y protocolario, pero hombre de su tiempo, nada trasnochado.

Compañía que se pide, mano que se ofrece, y mientras los primeros acordes suenan, la pareja de la mano va, camino del centro del salón donde ejecutar su don.

Ritmo cadencioso que nos mantiene distantes, en armoniosa pose concentrados en el baile.

Invitados que se ausentan ante la evidencia de sentirse ignorados, hasta quedar solos tú y yo, acompañados por la música.

Cómplices gestos nos delatan y, al son de la melodía, la confianza establecida deja paso a la pasión que florece.

Un beso, dos, tres, no sé cuántos te di, y perdí la cuenta de las veces que tus labios se posaron en los míos. Más tras los besos las manos perdieron la timidez y con delicadeza, pero sin titubear, buscaron nuestros cuerpos. Curvas imposibles, rincones ocultos, bultos descarados. Cuerpos excitados que traspiran agobiados bajo los ropajes que nos sobran.

Sueltas mi cinturón, desabrocho tu vestido, desabotonas mi pantalón, descubro tu cuerpo. Lenguas que se enredan mientras liberas mi miembro. Cuerpos que se ciñen mientras suelto tu sostén.

Respiración agitada, calor y más calor que nos hace arder en la hoguera de la excitación sonora, en la que la música se mezcla con ahogados gemidos y sonidos prohibidos fruto de la primitiva cópula.

Amantes expuestos sin más protección que la caliente piel que cubre sus cuerpos. Amantes brillantes por la fina capa de la transpiración de su piel. Amantes perfumados por el delicado aroma de la natural excitación sexual. Amantes impacientes, amantes agitados, amantes que se aman bailando con sus cuerpos fundidos en un todo y único amante.

La música acelera el ritmo, los cuerpos la acompañan. Las respiraciones agitadas se convierten en gemidos. Los gemidos en jadeos. Los jadeos en gruñidos guturales y animales que denotan la llegada de la explosión final. Los cuerpos se baten furiosos. Los rostros reflejan gestos de inexplicable placer. Nalgas, cinturas, pubis, caderas, brazos y espaldas, cuellos y muslos que se enzarzan en el agónico final de la primitiva danza hasta que al son del timbal la pareja explota.

Regueros de mezcla de almibarados fluidos resbalan por los cuerpos e impregna el ambiente.

Cuerpo con cuerpo yacemos, satisfechos y exhaustos. La música calla.

¿Volverás a concederme otro baile?

jueves, 9 de febrero de 2023

SIN CONTROL




Y excitados como bestias no pudimos contener el deseo ni controlar la excitación. Excitación que nos llevó a comportarnos como salvajes animales en celo, mordisqueándonos, lamiéndonos, oliéndonos, buscando nuestros sexos con el olfato hasta no aguantar más las ganas de entrar en ti y, arrancándote con fuerza las bragas, prepararte para hacerte mía. Estabas empapada y tu sexo destilaba ese embriagador olor a hembra en celo, haciendo que tus labios brillaran bañados por tus flujos. No demoraste más tus ansias y asiste mi verga erecta, hinchada, descubierta, brillante. Minutos brutales de sexo sincero, envites furiosos, jadeos roncos y el sonido inconfundible de mis testículos topeteando con tus nalgas mojadas, hasta sentirme preso entre tus muslos, hasta sentirte perra en celo, hasta caer desfallecidos al llegar juntos al orgasmo buscado. Minutos de sexo salvaje.

miércoles, 8 de febrero de 2023

OLORES




En intempestivos y primaverales días como hoy, mi cuerpo experimenta y, por qué no confesarlo, disfruta, de ese subidón hormonal que el aumento de las horas de luz y las templadas temperaturas provocan en mí, despertando mis más primitivos y animales instintos, llevándome a ese estadio de semiexcitación permanente, en el que un inquietante, pero agradable hormigueo, recorre, invade y se regodea en mi entrepierna, haciéndome tener la sensación de estar con mi masculinidad en alerta permanente, con mi sexo preparado, con mi deseo vigía y con la mente nublada y con un único pensamiento acaparando toda mi capacidad de raciocinio.

Resulta excitante sentir la impertinente reacción de mi sexo en los lugares y momentos menos oportunos, cuando la presión sanguínea comienza a irrigar, sin preguntar, mi miembro, llevándolo a esa turgencia, lo suficientemente consistente como para hacer que mi glande se descubra y roce con el algodón de mi bóxer, resultando la sensación más estimulante todavía. Sensación que se multiplica cuando, al caminar, la presión de mi tejano comprime mi pene tanto cuanto más se enerva, masajeándolo a cada paso con los pliegues del vaquero. Sensación que se potencia cuando siento como unas indiscretas gotas de transparente líquido preseminal buscan la luz humedeciendo la cabeza de mi glande y embadurnando mi calzoncillo.

Quizá ayude a esto el recuerdo del olor de tu piel, ese olor fresco y pizpireta, ese olor que se potencia con la humedad de mi saliva, cuando mi lengua se arrastra sometida a la tiranía de la sedosidad y calor de tu cuerpo. Ese recuerdo de mi rostro entre tus piernas, de mi lengua ascendiendo por la cara interna de tus muslos, recorriendo tus ingles y bordeando el límite que el elástico de tus braguitas defiende, protegiendo tu más delicada intimidad.

Esa voracidad que despiertas en mí al sentir a escasos centímetros de mi boca tu rincón más exquisito, a salvo por la sutil blonda que empieza a doblegarse ante tus muestras de respuesta a mis estímulos, siendo irresistible para mí darte un delicado bocadito, haciéndote replegar tus muslos inconscientemente sobre mi rostro, lo que provoca que mi cara se hunda con más fuerza sobre los rizos de tu pubis y sobre la esponjosidad de tu entrepierna.

Recuerdos que traen a mi cabeza el recorrido de mi lengua lamiendo tu vientre hasta caer en el hoyo de tu ombligo, buscando el norte por tu abdomen y adentrándose en el valle que tus pechos forman, coronando tus senos y alcanzando tus tostados botones para descender hacia tu cuello y perderse en el abismo de tu boca, sellando un beso con nuestros labios mientras nuestras lenguas se enredan dibujando estimulantes espirales sin fin.

Recuerdo de dos cuerpos ardiendo, recuerdo de mi cuerpo sobre ti, recuerdo de mi sexo prisionero siendo liberado con destreza por tus manos, recuerdo de tu humedad caliente, de tus caderas nerviosas, de tu cuerpo vibrando y de tu interior abrasándome según entraba y profundizaba en ti.

Recuerdo de suspiros, gemidos y jadeos, recuerdo de gruñidos y quejidos, recuerdo de espasmos, temblores, contracciones… Recuerdo de orgasmos.

Hoy necesito recorrer tu cuello con mi lengua. Hoy necesito tu calor. Hoy preciso disfrutar tu olor. Hoy preciso sentirte mía.

martes, 7 de febrero de 2023

POEMA


 

lunes, 6 de febrero de 2023

FELICIDAD




Y sólo cuando veo en tu rostro ese gesto de felicidad es cuando sé que lo estoy haciendo bien. Cuando nos acompasamos en el ritmo, cuando la suave cadencia de nuestras caderas nos arranca sensaciones escondidas, cuando siento como palpitas contra mí y tú me sientes latir en lo más profundo de tu cuerpo, cuando me tienes prisionero en tu interior y una suave acometida hace que sienta tu humedad en todos mis atributos, cuando muerdes tu labio inferior y se te escapa esa ligera sonrisa. Anuncio de que el placer es sabroso y el orgasmo llama a la puerta de tu sexo. Me encanta ver en tu rostro ese gesto mientras nos sacudimos espasmódicamente en nuestro sincronizado clímax. Pero dime, ¿Qué rostro tengo yo en ese momento?

domingo, 5 de febrero de 2023

BESOS




Hoy desperté generoso y haré entrega de un valioso vale, valedor para unos besos, de esos que se sabe cómo comienzan, pero no cómo terminan, un vale para unos besos de esos que terminan en sexo salvaje.

Besos inocentes que comienzan con un inocente baile. Miradas a los ojos, brillo de pupilas, labios que se acercan buscando la aprobación del otro en íntimo ósculo entre cómplices sonrisas. Suave trotar de los corazones, despertando del letargo e irrigando con su rítmico latir los cuerpos que lentamente va templando.

Ósculo que se consuma con delicada técnica, acoplando unos labios contra otros, mientras los húmedos apéndices exploran precavidos las oquedades adyacentes. Lenguas que, cómo cuernos de caracol al sol tras una lluvia de verano, se contraen cuando son rozados. Lenguas que en actitud retráctil se repliegan a su cueva cuando sienten la húmeda lengua del compañero de baile.

Baile que siguen las lenguas, confiadas en su nuevo avance, enredándose entre ellas como enredadera sobre el tronco del árbol salvaje. Movimientos lentos y mojados, círculos, oclusiones y mordiscos, que atrapan esas lenguas entre labios y dientes con fuerza precisa.

Besos que con más besos en apasionados besos se convierten. Besos que arrastran las manos por los cuerpos de esos dos seres besados. Besos humanos. Besos excitantes que llevan nuestros corazones al galope trepidante. Besos en la oreja que, de punta ordena a nuestro vello que así se muestre cuando la piel se arruga al contraerse por el frío que recorre nuestra espalda al sentir la cálida humedad de tu aliento y de tu lengua entre los pliegues de mi oído.

Besos en el coche, impertinentes e impacientes ante la mirada furtiva del chófer por el retrovisor. Noche de fiesta que en festín carnal anuncia su final. Besos jóvenes e insolentes, de deseo de cuerpos ardientes, incapaces de aguardar la llegada al hotel para desatar su furia. Besos compartidos con mudo testigo que recuerda que hubo un día que el también besó en el asiento de atrás de un coche.

Besos en el cuello, casi tan peligrosos como placenteros, pues tienen la virtud de anular la voluntad de nuestros muslos. Aflojan nuestra disciplina y la fuerza de los músculos se desvanece cuando sobre la nuca sentimos el aliento de la persona que nos besa. Fuerzas justas para no caer, manteniéndonos milagrosamente de pie, fuerzas medidas para separar las piernas buscando que el aire que nos falta en los pulmones enfríe las llamas de la hoguera que bajo nuestro vientre ondean.

Besos prohibidos en ardiente piel, deseosa de ser besada. Besos en el vientre que, más que besos son lamidas, cuando arrastras tu lengua desde debajo de mi ombligo hasta encontrar mis labios para, paradójicamente besarlos como si tuvieras que pagar el peaje de humedecer mi piel para conseguir el beso que tanto deseo darte en los labios.

Besos en la carne que, al contacto de los labios y la lengua con humedad late. Carne que palpita independiente e involuntariamente. Carne que se abre, carne que crece, carne que se moja, carne que endurece.

Besos en la ducha que nada que la lluvia moje no haya sido ya recorrido por la lengua que humedece. Besos ardientes que enfrían el agua, besos fogosos que encienden los vientres. Besos y más besos que entre caricias se pierden. Cuerpos que confunden el sudor que los sofoca con el agua que sobre ellos vierte. Besos deseosos de que los besos obren el milagro de la excitación latente. Muslos que se enredan en los muslos, cuerpos que se buscan y se funden.

Besos que provocan el celo animal de los dos seres besados. Besos que copulan como copulan los cuerpos. Cópula primitiva y salvaje acompañada de movimientos brutales. Besos descarados que minimizan los gemidos que de nuestras gargantas salen. Jadeos indomables, gruñidos imprecisos, suspiros memorables. Orgasmos alcanzados que nos convulsionan mientras nuestros besos nuestra respiración sofoca. Cuerpos complacidos, cuerpos satisfechos, cuerpos relajados. Clímax explosivo, sexos vaciados.

¿Harás uso de tu cupón?

sábado, 4 de febrero de 2023

SALVAJE




Belleza selvática la de la mujer serpiente, que adorna su cabeza con la fría piel del ofidio en el que se transforma cuando se despierta su hambre.

Hambre que saciará cuando, buscando con su olfato, al macho fuerte y dominante que sea capaz de satisfacerla, y lo encuentre y lo hipnotice con la atrayente belleza del cuerpo apetecible en el que se transforme.

Alargando intermitentemente su lengua lo buscará sin descanso, arrastrando su curvilíneo cuerpo zigzagueantemente hasta sentir el calor del hombre con el que fundirse, descansando a cada tramo del camino recorrido, exhibiendo la perfección de sus formas mimetizada con las curvas atrayentes de la hembra deseosa.

Explosiva metamorfosis la que el reptil experimenta, cambiando su frío cuerpo por la templada piel de la rotunda mujer. Magia prohibida que lleva a la fémina a engullir el animal que le dio vida, transformándose en pecadora carne irresistible para el varón que en plenitud la contemple.

Cuerpo lujurioso femenino que entra en celo al contacto del caliente cuerpo masculino de la elegida presa. Orificios por los que busca colarse, después de sentir sus huecos cubiertos por el sexo vigoroso, erguido y vibrante del macho con el que yace.

Acoplamiento exitoso el que se produce cuando los dos seres se cimbrean en armónicos movimientos. Suspiros y gemidos que se funden con los ahogados sonidos de la animal cópula. Comunión carnal en la que se confunde la presa, pues ahora es ella la que yace entregada a las caricias, besos y acometidas del varón.

Los cuerpos se retuercen, forcejean, combaten en violentos movimientos que los precipitan por el abismo del orgásmico placer del clímax alcanzado.

Serpiente salvaje que se transforma en mujer salvaje. Hembra salvaje que caza a su hombre para que se acople a ella salvajemente. Belleza salvaje que hipnotiza con las eses que dibuja cuando sinuosamente se desplaza. Salvaje encuentro, salvaje cópula, salvaje placer.

Lo más salvaje de ti quiero despertar cuando te bese en tu parte más salvaje.

¿Serás salvaje?

viernes, 3 de febrero de 2023

CARNAVAL




Pasan lentos los días, todavía fríos, del atípico mes de febrero. El sol alarga su presencia arañando minutos a la oscura noche según avanza el calendario. Camino de la primavera, nos acercamos a la pagana fiesta, preludio de la religiosa Cuaresma.



Tiempo de múltiples y diferentes celebraciones, a cuál más curiosa, unas populares, otras exclusivas. Tiempo en el que la música suena, las máscaras se desempolvan y los cuerpos se exhiben impertinentes en primitivo cortejo, bendecidos por el calor que el astro Sol irradia cada día con más fuerza.

Enigmática invitación la que recibo en noble tarjetón, proponiéndome asistir a una fiesta de máscaras. Baile elegante al que solitario acudo, perfectamente ataviado. Elegantes vestidos, distinguidos complementos, aristocráticos asistentes, todos a salvo y protegiendo los rostros por las venecianas caretas.

Desconocido es el anfitrión de tan exclusivo evento. Y como en un juego de rol, se rumorea, se cotillea, se especula sobre quién es el caprichoso que ha organizado la fiesta, y como no, alguno fanfarronea en estrechos círculos alrededor de unas copas, atribuyéndose el éxito de la convocatoria.

El jolgorio del momento da paso a la sinfonía que abre el baile. Las risas cesan y los ojos agudizan la mirada, intentado descubrir a la persona deseada. Las capas vuelan al aire acompañadas por los largos vestidos, en gráciles movimientos que hacen que parezca que leviten sobre el suelo.

Atrevidas damas desvelan con medido descaro la belleza de sus pupilas, ávidas sin duda por encontrar pronto al varón con el que terminar de descubrir los misterios de la fiesta. Con habilidad enseñan su rostro unos instantes para volver a cubrirlo con la mirada distraída, mientras los candidatos se revolucionan como ciervos en época de berrea.

La fiesta sigue y no te encuentro, dando por hecho que acechas, amparada bajo el anonimato que el antifaz te ofrece, mientras las mesas dispuestas alrededor del enorme salón de techos altos congregan a parte de los asistentes buscando una copa de frío cava.

Entre sorbos observo a los danzantes, algunos vinieron acompañados, otros se emparejaron a la segunda pieza que la orquesta interpretó. También los hay que se reconocieron, pues el brillo de los ojos de dos enamorados no se vela con los colores de una artística careta. Conversan, bailan, se persiguen y se besan, todavía con disimulo.

Y cuando menos lo esperaba, al ir a dejar mi copa vacía en una mesa, veo una atractiva y solitaria mujer. Me acerco y su perfume la anuncia, busco sus ojos, ¿Tú? Pregunto curioso, pensé que no vendrías, añado sin pausa. Alargas tu dedo índice y lo apoyas sobre mis labios, haciéndome el gesto de callar. Buscas dos copas, “por nosotros” ofreces el brindis y saboreamos el cava mientras nuestras miradas avivan los rescoldos, todavía candentes, que guardamos bajo nuestro ombligo. No en vano, apenas hace una semana de nuestro último encuentro.

Relación no tormentosa, pero sí intermitente, por razones que no vienen al caso, pero es de justicia apuntar que plenamente satisfactoria cuando, en múltiples ocasiones, nos hemos abandonado a los placeres de la carne. Mi espalda mellada da cuenta de ello, tus gemidos al viento rubricaron nuestros clímax.

Bailemos me dices, mientras tiras de mi mano entre el gentío indiferente. Acompasados bailamos, en sincrónica armonía, cual danza ritual. Calla la música, me miras y lames tu hombro provocadoramente, despertando el hipotético deseo dormido que pudiera quedar en mí. Lengua que arrastras por tu carne sin apartar tu mirada de mis ojos, insinuando tu sed de piel. Vamos a un sitio más discreto, me susurras al oído, y de la mano nos perdemos entre tupidos cortinajes. Por infinitos pasillos me llevas hasta la estancia donde te sientes segura y a salvo de indiscretas miradas. Sin descubrir nuestros rostros nos besamos y abrazamos, apenas tanteando nuestra anatomía.

Me sientas y tras mí te pones, y comienzas el ritual que los dos conocemos, ese que nos hace entrar en combustión imposible de apagar. Vences tu cuerpo sobre mí y, mientras elevo mi cabeza buscando tu mirada, deslizas tu mano sobre mi corbata, entre las solapas de la chaqueta, jugando con mi pecho. Una y otra vez, descendiendo cada vez un poco más, hasta hacer evidente mi masculinidad. Mi cuerpo no es inmune y consigues tu objetivo, y disfrutas viendo mi bragueta abultada, sabiéndome macho prisionero bajo el algodón del bóxer. Mi glande, ya descubierto, roza con la prenda y se altera, deseoso de ser liberado. Mi respiración agitada interrumpo para serenar mi cuerpo y frente a ti me pongo.

De nuevo nos besamos, esta vez más apasionadamente. Rodeas mi cuello con tus manos y comienzas a acariciar mi nuca con tus uñas, jugueteando con mi cuello y detrás de mis orejas. Los gestos te delatan, y lo que ocultas en tu rostro tus manos lo desvelan. Los besos son cada vez más dulces, y nuestras lenguas se entrelazan dibujando espirales infinitas. Y entre besos y suspiros alcanzo el cierre de la cremallera de tu vestido, que deslizo desde lo alto de tu espalda hasta casi tus nalgas.

Tu corazón se acelera y te aúpo sentándote sobre un aparador. Subo tu vestido y alargo mis manos por tus muslos más allá de las medias negras que adornan tus piernas. Siento la piel de tus nalgas mientras con destreza desabotonas mi camisa. Los ósculos apasionados nos van transformando en seres irracionales que se rigen por el instinto más primitivo. De pie te pones para tenerme a tu alcance y, mientras sueltas la hebilla de mi cinturón me quito la chaqueta y la camisa, quedando desnudo mi torso a tu alcance.

Tu vestido cae, te acercas más todavía, apoyas tu lengua en mi garganta y la arrastras por mi pecho, por mi abdomen, por mi ombligo, mientras bajas mis pantalones hasta mis tobillos y, a la vez que torpemente intento deshacerme de ellos, mordisqueas con lascivia mi miembro sobre mi calzoncillo, provocándome sensaciones de placer multicolor. Libre de los pantalones repites el recorrido de tu lengua en inverso sentido, hasta llegar a mi boca. Un ímpetu descontrolado me lleva a sujetarte por el cuello con la fuerza justa, apretándolo, pero sin ahogarte, privándote de ciertos movimientos, quizá de cierto oxígeno, como pajarillo que sujetas con la mano, ni fuerte para asfixiarlo, ni demasiado suave para que vuele libre.

Te volteo y ahora soy yo quien te muerde la nuca mientras busco con mis manos el elástico de tus bragas. Arrastro mi lengua por tu columna, lentamente, bajando hasta llegar a tus nalgas, mientras mis manos resbalan tu prenda por tus piernas hasta quitártelas por tus tacones, momento en el que mi rostro queda hundido entre los cachetes de tu culo. Instintivamente separas tus muslos, aparto con mis manos tus glúteos y alargo mi lengua en actitud salvaje dándote un lengüetazo desde tu vulva hasta tu ano, arrancándote un sonoro gemido. El olor de tu sexo me excita y siento mi verga hinchada, todavía escondida con la ropa interior.

Vuelves frente a mí y mientras nuestras bocas se devoran pasas tus manos bajo mis bóxer, buscando con avidez la rigidez que pronto encuentras y, mientras con una mano me agitas, con la otra buceas en mi entrepierna hasta tenerme agarrado fuertemente por los huevos. Mis testículos se dilatan, se hinchan, se endurecen y se tornan pesados mientras gozo de tu habilidad masajeándolos magistralmente.

Por fin me liberas y entre los dos conseguimos que quede desnudo, simultaneando poses imposibles con caricias explosivas. Acaricio tu entrepierna y comienzas a destilar una cálida humedad que me anuncia que estás preparada para recibirme. Con intencionados movimientos te hago caer sobre la cama, tumbándote de espaldas y poniéndome tras de ti.

Aúpa tus nalgas, te indico, y acto seguido colocas un cojín bajo tus caderas. Separo tus cachetes y te froto con mi glande, extendiendo tu humedad y lubricando tus rincones más delicados. Apoyo y quieto quedo. Suspiras. Lanzas tu culo hacia atrás en hábil movimiento de cadera y atrapas mi glande entre tus labios vaginales. Gimes. Aguanto y, en tu descuido, empujo con firmeza contra ti, horadando tu interior hasta topetear con mis huevos en tu cuerpo sin poder evitar lanzar un gruñido de satisfacción.

Quedamos inmóviles, recuperamos el aliento mientras te mordisqueo los hombros, pero tus nalgas impacientes son arrastradas por tus caderas frotándome con fuerza dentro de tu delicioso coñito, instante en el que paso una mano bajo tu vientre y alcanzo tu clítoris con las yemas de mis dedos.

Y comienzo a moverme en rítmico vaivén, aumentando la velocidad poco a poco, empujando cada vez más adentro, golpeando con mis testículos un poco más fuerte, hasta sentirlos completamente mojados por tus flujos, a la vez que hago vibrar mis dedos sobre tu, cada vez más, turgente y visible apéndice.

Tus jadeos se confunden con mis gemidos y se mezclan con el acuoso sonido de mi verga entrando y saliendo de ti, aderezado por el sonido del topeteo de mis testículos en tu cuerpo. Comienzo a transpirar y tu espalda brilla insolente, deleitándome con tu belleza a la par que con el placer que me produces con los movimientos circulares de tus nalgas.

Acompasando nuestra agitada respiración entramos en un estado de semiinconsciencia provocada por el altísimo placer, disfrutando, como si a cámara lenta nos moviéramos, de unas embestidas cada vez las largas y prolongadas, de infinito recorrido, sintiendo cada centímetro de mi piel moviéndose dentro de tu cuerpo, a la vez que tu clítoris comenzaba a palpitar, hasta caer, sin preverlo, en acelerados y espasmódicos movimientos que me hicieron derramarme inundando tu interior mientras te convulsionabas bajo mi cuerpo.

Desgarrador gemido compartido que anunció el clímax salió de nuestras gargantas mientras terminamos de sacudirnos, cada vez más lentamente, hasta quedar quietos, rostro contra rostro, besándonos dulcemente.

Inaugurado quedó el Carnaval, no sin antes emplazarnos para el siguiente baile.

¿Vendrás con máscara?

jueves, 2 de febrero de 2023

MAÑANA DE LUNES



Perezoso, me arrastro fuera de la cama y, todavía confundido, me dirijo a la cocina, no sin antes girar mi cabeza y contemplarte, tapada con el edredón. Me preparo un café, largo, solo, sin azúcar, de intenso sabor y aroma y, con la taza humeante, me dirijo al umbral de nuestro tálamo de amor. Te observo relajada, recostada de lado, abrazando la almohada, esbozando una inocente sonrisa que me lleva a recordar cuando anoche, te amaba y suspirabas bajo mi cuerpo. Se respira en la habitación todavía el embriagador aroma de nuestra pasión y por mi mente comienzan a pasar imágenes de nuestro tórrido encuentro como fotogramas de una película sin terminar. Caricias, besos, abrazos, giros, volteos y te veo cabalgando sobre mí y, de repente, te penetro desde atrás sujetándote por las caderas. Y ahora me tienes preso con mi cabeza entre tus muslos. Y más tarde eres tú la que controla mi cuerpo con tu lengua. Y suspiros que se convierten en excitantes gemidos, y gruñidos ahogados que anuncian el final de la comunión que se avecina. Y rítmicos movimientos acompasados, y una cachetada en tus rotundas nalgas, y tus uñas que se clavan en mi espalda, y tus caderas que mueves endemoniadamente, y mi verga que empuja cada vez con más fuerza, y tu humedad que me moja y tus temblores, y mis espasmos, y nuestras palpitaciones, y nuestro orgasmo. Y dos cuerpos desnudos, tendidos y abrazados. Y nuestro sueño. Y el aroma del café me trae al presente. Y te miro con deseo renovado. Y mientras le doy otro sorbo a ese negro café abres los ojos. Y nos miramos, y te pregunto: ¿te hago un café o nos bebemos este a medias y corremos de nuevo, juntos en busca de un buen clímax en este anodino lunes mañanero?

miércoles, 1 de febrero de 2023

MASAJE



No descubriré nada nuevo poniendo de manifiesto el poderío sensual de unas nalgas. Yo caigo rendido ante ellas cuando, en hipnótico baile, las contoneas a golpe de paso, a golpe de cadera, provocando que mi mano, como impulsada por un invisible resorte, te de una cachetada cuando pasas a mi alcance haciéndote dar ese respingo mezcla de contrariedad y satisfacción.

No descubriré nada desconocido tampoco si afirmo que me embeleso cuando puedo deleitarme acariciándolas, mientras te estrecho entre mis brazos, a la vez que nos besamos apasionadamente, amasándolas con firmeza contenida, saboreando con mis manos la turgencia de su carne y la suavidad de su piel.

Es una obviedad manifestar que, del mismo modo, disfruto cuando eres tú la que me hace su prisionero sujetándome por la zona más redonda de mi anatomía, apretándome del culo y llevándome hacia ti, cuando sobre tu cuerpo yazco agitando mi cintura contra tus caderas, marcándome el ritmo que tu excitación desea.

Pero lo que realmente me hace perder la razón, arrastrándome al incontrolable deseo de hacerte mía es tenerlas a mi alcance y a mi antojo, masajeándolas sobre tu culotte, o sin prendas de por medio, impregnándolas de aceite aromatizado, disfrutando de cómo mis manos resbalan por tu piel, de cómo te estremeces cuando sientes el aceite resbalando lentamente entre tus nalgas y bañando todos tus rincones, a la vez que separas los muslos para facilitar que las yemas de mis dedos lo extiendan delicadamente.

Masaje salvaje que acelera tu deseo, que desespera mi entrepierna y que nos lleva a arder juntos en la hoguera de la más lujuriosa pasión.

LA TÉNUE LUZ DEL ALBA

La ténue luz del alba se colaba entre las cortinas reflejando bellas sombras sobre nuestros cuerpos desnudos. Todavía dormías, como un áng...