Llámame cabrón, y acertarás, aún a riesgo de mi reacción, pues
bien sabes que en la perversión de mis acciones está la lujuria de tus
placeres.
Tu quietud te hará volar.
En mis artes encontrarás paz.
Tu deseo aumentará.
Y con las cuerdas ceñidas a tus carnes tu sexo se licuará, cual
fruta madura que destila su dulce néctar.
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