Sólo quería darte los buenos días cuando tus ojos me pidieron que
te diera un buen amanecer.
Imposible no complacerte, como caballero, como varón, como hombre.
Nada es lo que parece, pues hasta el más romántico de los hombres tiene su lado oscuro.
Sólo quería darte los buenos días cuando tus ojos me pidieron que
te diera un buen amanecer.
Imposible no complacerte, como caballero, como varón, como hombre.
Beso la piel que voy a lamer.
Muerdo la carne que quiero comer.
Carnal banquete que saciará el atroz hambre que, entre los dos,
aparece al roce de nuestro ser.
Besos entre libros,
amor cultivado,
pasión sin recato,
encuentro encendido.
Yo te ofrecí un juego,
tú decidiste jugar.
Caviar, cava,
pasión, fuego.
Calor y sexo,
entrega y más.
Abandoné el calor que me daba tu cuerpo para prepararte mi mejor
café.
Sólo tienes que decirme cómo te apetece.
Agua que arrastro sobre mi cuerpo.
Fuego que freno bajo mi ombligo.
Humedad mojada entre mis muslos.
Con tus ojos callaste lo que mi boca rogaba.
Con tu lengua buscaste lo que mi cuerpo te daba.
Con tus manos rozaste, cogiste, moviste, lo que mi excitación
mostraba.
Con tus labios hiciste que me derramara.
Hora de tomar café.
Inspirador café.
Aromático café.
Intenso café.
Amargo café.
¿Me acompañas?
Y solo cuando conseguí mojar con sus jugos el algodón de las
sábanas, di por concluido el rito del amor.
Tras sentirte ciega, tu respiración se agita.
Tras sentir mi aroma, tu cuerpo se arquea.
Al escuchar mi voz, tu intimidad se excita.
Con un sutil beso, tu sexo se expresa.
La ténue luz del alba se colaba entre las cortinas reflejando bellas sombras sobre nuestros cuerpos desnudos. Todavía dormías, como un áng...